Visualización


Además de las corrientes de imágenes que impresionan nuestros sentidos y provienen del mundo externo, nos hallamos sumergidos en un mar de imágenes internas creadas y evocadas por nuestra actividad imaginativa.

Muy pocos viven en el mundo mental del pensamiento, de las ideas y de los conceptos; aún aquellos que saben pensar viven la mayor parte de su tiempo en un mundo de imágenes y emociones internas, las que a su vez evocan continuamente emociones de deseos, produciendo a menudo un círculo vicioso; por ejemplo, cuando predominan la preocupación o el temor, evocan imágenes análogas que a su vez acrecientan el temor en tal forma que puede convertirse en una verdadera fobia o, por lo menos, llega a ser una persistente ansiedad con los consiguientes efectos nocivos.

Las imágenes nos impelen a la acción correspondiente de dos maneras: evocan el deseo y producen también un efecto más directo.

La psicología ha demostrado que toda imagen tiene una tendencia motriz, es decir, tiende a producir la acción correspondiente. Quizá perezca que ello no siempre es así, porque cada imagen está contrarrestada por otra imagen que ocupa su lugar; pero cuando las demás imágenes son descartadas, por ejemplo, en la hipnosis, o si hay una concentración deliberada sobre una sola imagen, entonces su fuerza motriz es evidente.

En el pasado los filósofos descubrieron el poder en las imágenes: ahora las agencias de publicidad y los propagandistas de todo tipo lo emplean en gran escala. Esto significa que además de las dos corrientes de imágenes -las que vienen del exterior a través de los sentidos y las que brotan del inconsciente- tenemos otra corriente poderosa impuesta a nosotros por persuasores simulados y “ocultos”, tales como los políticos, los industriales y todos aquellos que tratan de ejercer su influencia e imponernos sus ideas.

La televisión es responsable de otra corriente de imágenes a la cual un gran número de personas, incluyendo los niños, se abre pasivamente. Todo esto demuestra cuán importante es para nosotros comprender esta situación y tomar las medidas oportunas para contrarrestarla, de manera que no seamos instrumentos pasivos de todas estas corrientes de imágenes.

La primera tarea consiste en controlar las imágenes que hacen impacto sobre nosotros, aprendiendo a contrarrestar, dirigir o evocar esas imágenes a voluntad. Conviene comenzar con las más insidiosas, esas proceden de nuestro interior, producto de nuestra actividad imaginativa. Existen varias técnicas para desarrollar este tipo de control; la más directa y efectiva es la visualización deliberada, y consiste en evocar y mantener fijas en el campo de la consciencia las imágenes elegidas y deseadas, excluyendo todas las demás.

Esto puede parecer sencillo, pero cuando lo probamos hallamos cuán difícil es y comprendemos el gran poder que ejercer las imágenes sobre nosotros y cómo estamos sojuzgados por ellas. Cuando estamos tranquilos y relajados y hemos alcanzado un punto que aminora la afluencia de imágenes, proporcionándonos una paz relativa, resulta difícil, al evocar una imagen elegida, mantenerla firme ante el ojo interno. Ella no nos obedecerá; tiende a desaparecer, distorsionarse o proliferar en una imágenes asociadas.

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