Las
Marcas del Martinismo
Traducido del inglés por + Konstantinos. S.I. L.I.
El propósito de este artículo es examinar las marcas del Martinismo, los elementos particulares del Martinismo sobre los cuales todos los Martinistas individualmente, y todas las Ordenes Martinistas colectivamente, pueden estar de acuerdo. Masónicamente hablando, las marcas son aquellas cosas que definen la Masonería, y sin las cuales algo no es masónico. Una marca, entonces, es una característica que define quienes somos, y que ayuda a definir las formas en las cuales, aunque hablemos diferentes lenguajes, o usemos diferentes ornamentos, aun así somos miembros de la misma familia, como puede ver cualquiera claramente por medio de nuestras cercanas semejanzas familiares. Gran cantidad de tinta ha sido derramada hasta ahora sobre aquellas cosas que nos separan. ¿No somos acaso hijos de un mismo Padre? ¿No somos todos Hermanos y Hermanas de una misma familia iniciática?
1. Creencia
en Dios, e invocación de Yehoshúa. El Martinismo es esencialmente
una Orden Cristiana, y Yehoshúa es invocado en cada reunión
Martinista, y es nombrado en cada Documento Martinista. La creencia en Dios
es un rasgo esencial de todos los cuerpos iniciáticos. Sin ella no
tenemos razón de ser. Y nuestros juramentos carecerían de
sentido. Somos Cristianos, no de una manera estrecha y dogmática,
sino realmente reverentes del misterio de la encarnación del Logos
en el mundo físico. En este sentido, los eventos del Drama Cristiano
se encuentran en marcha, y es esta participación de lo Divino en
la existencia lo que causa todos los milagros que ocurren en respuesta a
nuestras plegarias y nuestros actos de Teurgia. Todos los Martinista nos
sentimos, o hemos de sentirnos cómodos con esta marca.
2. La Iniciación, pasada desde Louis-Claude de Saint Martín,
llamada S.I. Alternativamente podemos considerar que esta Iniciación
proviene tanto de Martinez Pasqually como de Louis-Claude de St. Martín.
Este es el legado que nos hace Martinistas. Lo consideramos como la transmisión
de una esencia espiritual que nos une como una familia iniciática.
Puede haber diferentes rutas por las cuales ésta haya llegado a nosotros
en el presente, como las diferencias entre la filiación Rusa, la
filiación que vino a Papus, y la filiación que vino a Chaboseau,
pero es una filiación que, en cualquier caso, asciende a St. Martín.
De acuerdo con la teoría de nuestro estimado Hermano, Robert Amadou,
esta es entonces una filiación de deseo, de una filiación
espiritual que fue, poco a poco, formalizada ritualmente, bajo la influencia
de diferentes personalidades.
3. La organización por Papus, de una estructura consistente en dos
grados preparatorios y un grado, el de S.I. (Superior Incógnito)
Todas las Ordenes Martinistas trabajan con la misma estructura, aunque existen
algunas variaciones en los nombres de los grados. Estos son usualmente:
primero, "Asociado"; segundo, "Iniciado"; y tercero,
"Superior Incógnito", o "Servidor Incógnito."
4. Transmisión de la Iniciación de persona a persona, EN PERSONA,
por un Iniciador autorizado, de cualquier título. La Iniciación
es una dádiva dada por el Iniciador a su iniciado, y es una marca
del profundo arraigo y la confianza entre los dos. Nunca puede ser transmitida
por medio del correo, o por teléfono, o por ninguna otra vía
que no sea la personal, y en presencia de los símbolos Martinistas
fundamentales.
El Iniciador puede ser conocido por diferentes títulos: Iniciador, Initiateur Libre, Libre Iniciador, Filósofo Desconocido. En todos los casos significa lo mismo, una vez conferida la autoridad por otro Iniciador para conferir la Iniciación.
Hasta cierto grado, cada Iniciador es libre y autónomo. Se deja finalmente a discreción del Iniciador el conferir la Iniciación, y el deseo y la necesidad de dar caridad intelectual y espiritual al Hombre del Deseo debe ser balanceada por el conocimiento de la responsabilidad involucrada. Un Iniciador nunca ha de conferir la Iniciación sobre el meramente curioso, o sobre aquellos que buscan la Iniciación para satisfacer sus egos externos, o sobre aquellos que la buscan con propósitos mercenarios. Y, siendo esto verdadero concerniente a la Iniciación, ¿cuánto más lo será respecto al status de Iniciador? En las manos de estos descansa nuestra Tradición. Si bien cada Iniciador debe hacer cualquier esfuerzo para preservar esa herencia que es suya, y legarla intacta a la posteridad, sin embargo, ha de asegurarse que esa tradición no sea nunca rebajada al conferirla sobre aquellos que no hayan sido preparados a fondo y educados, y que estén determinados a mantener esa tradición en toda su pureza, nunca diluyéndola, o abaratándola convirtiéndola en mera utilidad.
5. Los Maestros
del Pasado. Son aquellos que han creado, contribuido a, y conformado nuestra
Tradición, y han pasado la filiación a nosotros. Algunos son
conocidos por todos nosotros: Papus, Sédir, Phaneg, Maître
Philippe. Otros sólo son conocidos por los miembros de una u otras
líneas de filiación. Y otros han trabajado completamente detrás
de la máscara que sólo son conocidos por los otros Santos
y grandes almas, y no del todo por aquellos que los rodeaban. Invocamos
su presencia en cada reunión, y buscamos su guía y protección.
6. La libertad esencial de cada iniciado para seguir su propio sendero de
reintegración. La Orden Martinista ha poseído, desde sus primeros
tiempos, un sumario de instrucción y ciertos símbolos fundamentales.
Fuera de esto, cada Iniciador o Grupo Presidente ha sido libre para enseñar
de acuerdo con su comprensión, y la comprensión e interés
de su grupo. Por ello, el Martinismo es una vía, en lugar de un currículo
rígido, y así es como debe ser, porque la senda de la reintegración
es personal. Por lo que, algunos trabajarán dentro de una Orden,
algunos en otras, y otros trabajarán solos como Martinistas libres.
Así es como ha sido siempre.
7. Creencia en el proceso de reintegración como necesario para salir
de la Selva de los Errores. La Orden Martinista desde sus primeros antecedentes
en la Doctrina de Pasqually siempre ha sostenido que el Hombre ha caído,
se encuentra en privación, e inconsciente de los privilegios de su
primera condición. La función de las escuelas de Don Martinez
y de Louis-Claude de St. Martín ha sido siempre la de recordar al
Hombre las glorias de sus orígenes celestiales e indicarle el sendero
de retorno. Algunos preferirán seguir una senda operativa, y otros
la Senda del Corazón, pero, cualquiera que sea la senda elegida,
el viaje ha de ser emprendido y completado.
8. El uso del Manto, la Máscara y el Cíngulo Simbólicos.
No importa si el manto es negro, blanco o rojo; o si el cíngulo del
S.I. es blanco, rojo, o dorado; o si posee tres nudos, cinco o ninguno.
Todos los Martinistas hacen uso de estos tres profundos símbolos,
y el significado subyacente es el mismo en todos los casos.
9. El uso de tres paños: negro, rojo, y blanco. Al igual que el manto,
la máscara y el cíngulo, estos son usados universalmente,
y su simbolismo es explicado en todas partes de la misma manera.
10. El uso del Triángulo de Luminarias. Encima del altar Martinista
se encuentran tres cirios blancos, dispuestos en forma triangular. En algunas
logias son usados sólo en dos grados, en otras en los tres, pero
apagados en uno. El simbolismo, sin embargo, es siempre el mismo, y puede
ser aceptado por todos los Martinistas.
11. El uso del Pentáculo Martinista. En algunas Órdenes se
encuentra sobre el piso en el Este, en otras sobre la silla del Iniciador,
en otras en ambos lugares. Está en todos los Documentos Martinistas,
y constituye un símbolo Martinista universal.
12. La estación de los Maestros del Pasado. En cada Templo Martinista,
como quiera que se denomine, hay un lugar, una silla o mesa, con un cirio,
representando a los Maestros del Pasado de nuestra Orden, de nuestra Familia
Iniciática. Puede estar más o menos decorado, pero el cirio
está siempre presente, y es encendido en todas las ceremonias para
representar nuestra invocación de los Maestros del Pasado, simbolizando
su presencia en nuestras asambleas, y para representar nuestra aspiración
a unirnos a su número.