NOTA PRELIMINAR
Nos congratulamos en poder ofrecer a los lectores de SYMBOLOS la siguiente
explicación a la Tabla de Esmeralda de Hermes Trismegisto. Sin duda,
el contenido de este texto será de un extraordinario valor para quien
se interese especialmente en los temas de la tradición hermético-alquímica,
entre otras razones porque en la Tabla de Esmeralda se encierra lo esencial
de la inmemorial ciencia de los Filósofos herméticos. A este
respecto, es significativo que el nombre de Esmeralda recuerde la piedra
de origen celeste con que fue tallada la copa del Grial, el cual es uno
de los símbolos que designan el propio Conocimiento o Gnosis, al
que también se refiere la "Piedra Filosofal" de los maestros
alquimistas. Del autor de esta explicación, Hortelano, poco se sabe.
En su obra La Hermandad Rosa Cruz el historiador A. E. Waite menciona a
un tal Ortholanus, alquimista parisino del siglo XIV, autor de una Alquimia
Práctica y de unos comentarios a la Tabla de Esmeralda. Asimismo,
Julius Evola, en su libro La Tradición Hermética, cita a Ortulano
y los Comentarios a la Tabla Esmeraldina, los cuales aparecen incluidos
en la Bibliothèque des Philosophes Chimiques, recopilación
de textos y autores alquímicos realizada por Salmon en el siglo XVIII.
Pero quién estaba detrás del nombre de Hortelano continúa
siendo un enigma, lo cual no es raro entre los adeptos del Arte Regia, que
con frecuencia eran hombres que realizaban su trabajo interno en el secreto
del anonimato y en el silencio, roto tan sólo por la publicación
de obras que, como ésta, eran el resultado de sus propias reflexiones
y experiencias en el camino del Conocimiento. La traducción del texto
la hemos realizado a partir de una edición facsímil publicada
hace algunos años por Ediciones Jobert, de París, dentro de
su colección "Biblioteca Esotérica". Hemos incluido
algunas notas a fin de acompañar la lectura con referencias a otros
textos alquímicos, y complementándolos en lo posible con la
simbólica universal, a la que ciertamente pertenecen.
Francfort, 1624
LA TABLA DE ESMERALDA DE HERMES TRISMEGISTO, PADRE DE LOS FILOSOFOS
En verdad, sin mentira y ciertamente:
Lo de abajo es como lo de arriba, y lo de arriba es como lo de abajo, para
obrar los milagros de una sola cosa.
Así como todas las cosas han sido hechas, así proceden de
uno, por la meditación de uno, también todas las cosas nacen
de esta cosa única por adaptación.
Su padre es el Sol, y su madre la Luna, el Viento lo llevó en su
vientre, y su nodriza es la Tierra. El padre de todo, el telesma del mundo,
está aquí. Su fuerza o potencia es entera cuando se convierte
y cambia en tierra.
Separa la Tierra del Fuego, lo sutil de lo espeso, dulcemente y con gran
cuidado. Sube de la Tierra al Cielo, y de nuevo desciende a la Tierra, para
recibir la fuerza de las cosas superiores e inferiores.
Por este medio tu poseerás la gloria de todo el mundo, y la oscuridad
se alejará de ti.
Esta es la fuerza fuerte de toda fuerza, pues ella vencerá todo lo
sutil, y penetrará todo lo sólido.
De esta manera ha sido creado el mundo.
Por ello, y de este modo, se obrarán aplicaciones prodigiosas, de
las cuales el medio está aquí.
Por eso yo he sido llamado Hermes Trismegisto, pues poseo las tres partes
de la Filosofía de todo el mundo.
Terminado y acabado está lo que he dicho de la obra del Sol.
PREFACIO
Alabanza, honor, gloria os sean dadas por siempre, ¡oh Señor
Dios todopoderoso!, con vuestro amadísimo hijo, nuestro Salvador
JESUCRISTO, único Dios verdadero y hombre perfecto, y el Espíritu
Santo Consolador, Trinidad Santa que es el Dios único, os doy las
gracias porque después de obtener el conocimiento de las cosas pasajeras
de este mundo, nuestro enemigo, vos me lo habéis quitado gracias
a vuestra gran misericordia, a fin de que no sea pervertido por las voluptuosidades
engañosas. Y porque veo a muchos de los que trabajan en este Arte
que no siguen el recto camino; yo os suplico ¡oh mi Señor,
mi Dios!, que os plazca que pueda apartarme de este error por la ciencia
que me habéis dado, mis muy queridos y bienamados; con el fin de
que habiendo conocido la verdad, ellos puedan alabar vuestro Santo Nombre,
que es eternamente bendito.
Así, pues, yo, Hortelano, es decir Jardinero, así llamado
a causa de los Jardines marítimos, indigno de ser llamado discípulo
de Filosofía, movido por la amistad que profeso a mis muy queridos,
deseo poner por escrito la declaración y explicación cierta
de las palabras de Hermes, padre de los Filósofos, aunque ellas sean
oscuras, y declarar sinceramente toda la práctica de la verdadera
obra. Y ciertamente de nada sirve a los Filósofos querer ocultar
la ciencia en sus escritos cuando la doctrina del Espíritu Santo
opera.
Portada facsímil del Tratado.
CAPITULO PRIMERO
El Arte de la Alquimia es verdadero y cierto
EL FILOSOFO dice: En verdad, a saber que el Arte de Alquimia ha sido dado
Sin mentira ( 1 ); y dice esto para convencer a los que afirman que la Ciencia
es mentirosa, es decir, falsa. Ciertamente, esto es, experimentado, porque
todo lo que se experimenta es cierto ( 2 ). Es verdadero, porque el muy
verdadero Sol es procreado por el Arte.
El dice muy verdadero al superlativo, porque el Sol engendrado por este
Arte supera a cualquier Sol natural en todas sus propiedades, tanto medicinales
como otras.
CAPITULO II
La Piedra debe dividirse en dos partes
A continuación él aborda la operación de la Piedra
diciendo: Lo de abajo es como lo de arriba. Dice esto porque la Piedra está
dividida en dos partes principales por el Magisterio; a saber, en la parte
superior que sube hacia lo alto y en la parte inferior que permanece abajo,
fija, clara. Y siempre estas dos partes se armonizan virtuosamente. Es por
lo que dice, Y lo de arriba es como lo de abajo ( 3 ). Ciertamente esta
división es necesaria. Para obrar los milagros de una sola cosa.
Es decir, de la Piedra, porque la parte inferior es la Tierra, que es la
nodriza, el fermento, y la parte superior es el Cielo, el cual vivifica
toda la Piedra, la resucita ( 4 ). Es por lo que estando realizadas la separación
y la conjunción ( 5 ), muchos milagros se producen en la obra secreta
de la naturaleza.
CAPITULO III
La Piedra tiene en sí los cuatro Elementos
Así como todas las cosas han sido hechas, así proceden de
uno por la meditación de uno. El ofrece aquí un ejemplo diciendo:
como todas las cosas han sido hechas, así son salidas de uno, a saber,
de un globo confuso, o de una masa confusa, por la meditación, es
decir, por el pensamiento-creación de uno, esto es, de Dios Todopoderoso.
También todas las cosas nacen. Es decir, salen de esta cosa única,
de una masa confusa, por adaptación, es decir por el mandamiento-milagro
de Dios. También nuestra Piedra nace y sale de una masa confusa,
conteniendo en sí todos los Elementos, la cual ha sido creada por
Dios; por su milagro nuestra Piedra es extraída y nacida ( 6 ).
CAPITULO IV
La Piedra tiene padre y madre, que son el Sol y la Luna
Como un animal que engendra naturalmente otros muchos animales semejantes
a él, así el Sol artificialmente ( 7 ) engendra el Sol por
la virtud de la multiplicación de la Piedra. Por ello es por lo que
se dice, Su padre es el Sol, es decir el oro de los Filósofos. Y
como ocurre en todas las generaciones naturales, debe haber un lugar propio
para recibir las semillas, en conformidad con una parte semejante. Así
es necesario que en esta generación artificial de la Piedra, el Sol
tenga una materia que sea como una matriz propia para recibir su esperma
( 8 ), su tintura. Y esta es la plata de los Filósofos. He aquí
porque se dice: La Luna es la madre.
CAPITULO V
La conjunción de las partes es la concepción y la generación
de la Piedra
Cuando estos dos se reciben el uno al otro en la conjunción de la
Piedra, la Piedra se engendra en el vientre del viento, y es esto lo que
él dice a continuación: El viento la lleva en su vientre.
Es sabido que el viento es aire, y que el aire es vida, y la vida es el
alma, de la que he dicho más arriba que vivifica toda la Piedra.
De esta manera es necesario que el viento lleve toda la Piedra, y la devuelva,
y que engendre el Magisterio. Por esto se dice que él debe recibir
alimento de su nodriza, a saber, de la tierra. Por ello afirma el Filósofo:
La tierra es su nodriza. Porque al igual que el niño sin el alimento
que recibe de su nodriza jamás crecerá, así nuestra
Piedra no será efectiva sin la fermentación de la tierra;
y el fermento es llamado alimento ( 9 ). Así se engendra de un padre
con la conjunción de su madre, la cosa, es decir, los hijos semejantes
a los padres, los cuales, si no siguen la larga cocción, serán
hechos semejantes a la madre, y retendrán el peso del padre ( 10
).
CAPITULO VI
La Piedra es perfecta si el alma es fijada en el cuerpo
A continuación él dice, el padre de todo, el telesma del mundo,
está aquí, es decir, que en la obra de la Piedra hay una vía
final. Y notad que el Filósofo llama a la operación el padre
de todo, el telesma, es decir, de todo el secreto o tesoro, de todo el mundo,
a saber de toda Piedra que se ha encontrado en este mundo. Está aquí.
Como si dijera: He aquí, yo te la muestro. Después el Filósofo
dice ¿quieres que te enseñe cuándo la fuerza de la
Piedra es acabada y perfecta? Cuando se convierta y cambie en su tierra.
Y por esto dice: su fuerza y potencia es entera, es decir perfecta y completa,
cuando se convierte y cambia en tierra ( 11 ). Es decir, si el alma de la
Piedra (de la que se ha hecho mención más arriba, que el alma
es llamada viento, y aire, en la que está toda la vida y la fuerza
de la Piedra) es convertida en tierra, y que ella se fija de tal forma que
toda la substancia de la Piedra se una con su nodriza (que es la tierra)
y que toda la Piedra se encuentre y convierta en fermento. Y así
como durante la elaboración del pan, un poco de levadura fermenta
una gran cantidad de pasta, de esta manera cambia toda la substancia de
la pasta en fermento. También quiere el Filósofo que nuestra
Piedra sea hasta tal punto fermentada que ella sirva de fermento a su propia
multiplicación.
CAPITULO VII
La mondificación de la Piedra
A continuación el Filósofo enseña cómo la Piedra
se debe multiplicar. Pero antes efectúa la mondificación (la
limpieza) de ésta y la separación de las partes, diciendo:
Separa la Tierra del Fuego, lo espeso de lo sutil, dulcemente y con gran
cuidado. Dulcemente, es decir, poco a poco ( 12 ), no violentamente, sino
con espíritu e industria (con arte), con el excremento o estiércol
filosofal ( 13 ). Separarás, es decir, disolverás; porque
la disolución es la separación de las partes. La Tierra del
Fuego, lo espeso de lo sutil, es decir la escoria y la inmundicia del fuego,
del aire y del agua, y de toda substancia de la Piedra, de manera que ella
permanezca entera y sin inmundicia ( 14 ).
Manuscrito iluminado carolingio, s. IX
CAPITULO VIII
La parte no fija de la Piedra debe separar la parte fija y elevarla
Así preparada, la Piedra puede entonces multiplicarse. El prepara
ahora la multiplicación y habla de la sencilla licuación o
fusión que ésta posee gracias a su virtud de penetrar en los
cuerpos duros, diciendo: Sube de la Tierra al Cielo, y de nuevo desciende
a la Tierra ( 15 ). Aquí es necesario señalar que, aunque
nuestra Piedra en su primera operación se divide en cuatro partes,
que son los cuatro Elementos, sin embargo (y como se ha dicho anteriormente)
hay dos partes principales en ella: una que sube hacia lo alto, llamada
no fija o volátil, y otra que permanece fija abajo, llamada la tierra
o fermento, como ya se dijo. Pero es necesario tener una gran cantidad de
la parte no fija, donándola a la Piedra cuando ésta está
muy limpia y sin inmundicia, haciéndolo tantas veces como sea necesario
para el Magisterio, de tal manera que la Piedra, por la virtud del espíritu,
sea llevada a lo alto, sublimándola y sutilizándola. Esto
es lo que dice el Filósofo: Sube de la Tierra al Cielo.
CAPITULO IX
La Piedra volátil de nuevo ha de ser fijada
Después de todo esto, es necesario encerar esta misma Piedra (ya
exaltada y elevada, o sublimada) con el aceite que ha sido extraído
de ella en la primera operación, el cual es llamado el agua de la
Piedra. Y él la hace girar repetidamente sublimándola, hasta
que por la virtud de la fermentación de la Tierra (con la Piedra
elevada o sublimada) toda la Piedra por reiteración desciende del
Cielo a la Tierra, permaneciendo fija e íntegra. Esto es lo que dice
el Filósofo: y de nuevo desciende a la Tierra. De esta manera, Ella
recibe la fuerza de las cosas superiores, al sublimarse, y de las inferiores
al descender; es decir, que lo que es corporal será hecho espiritual
en la sublimación, y lo espiritual será hecho corporal en
el descenso ( 16 ).
CAPITULO X
Utilidad del arte y eficacia de la Piedra
Por este medio tu poseerás la gloria de todo el mundo. Es decir,
que por la Piedra ya compuesta, tu poseerás la gloria ( 17 ) de todo
el mundo. Y la oscuridad se alejará de ti, es decir, toda pobreza
y enfermedad. Esta es la fuerza fuerte de toda fuerza. Porque no hay comparación
posible de las fuerzas de este mundo con la fuerza de esta Piedra: Pues
ella vencerá todo lo sutil, y penetrará todo lo sólido.
Vencerá, es decir, venciendo y dominando ella cambiará y convertirá
al Mercurio vivo congelándolo, él que es sutil, y penetrará
a los otros metales, que son cuerpos duros, sólidos y compactos.
CAPITULO XI
El Magisterio imita la creación del Universo
EL FILOSOFO ofrece un ejemplo de la composición de la Piedra al decir:
de esta manera el mundo ha sido creado ( 18 ), es decir que nuestra Piedra
está hecha de la misma manera como el mundo ha sido creado. Porque
las primeras cosas de todo el mundo, y todo lo que está en el mundo,
primeramente fueron una masa confusa y un caos sin orden, tal y como más
arriba se ha explicado. Y después, gracias al artificio del soberano
Creador, esta masa confusa, habiendo sido admirablemente separada y rectificada,
fue dividida en cuatro Elementos; y a causa de esta separación se
hacen diversas y diferentes cosas. Asimismo, se pueden hacer diversas cosas
por la producción y disposición de nuestra obra, y ello por
la separación de los Elementos de diversos cuerpos. Por ello, y de
este modo, se obrarán aplicaciones prodigiosas. Es decir, si tu separas
los Elementos, se harán admirables composiciones propias de nuestra
obra, en la composición de nuestra Piedra, por la conjunción
de los Elementos rectificados. De las cuales, es decir de las cosas admirables
propias a ésta, el medio, a saber el procedimiento, está aquí.
CAPITULO XII
Declaración enigmática de la materia de la Piedra
Por eso yo he sido llamado Hermes Trismegisto, es decir, Mercurio tres veces
grande. Después de que el Filósofo ha enseñado la composición
de la Piedra, él muestra aquí veladamente de qué está
hecha nuestra Piedra, nombrándose en primer lugar a sí mismo,
con el fin de que los discípulos que alcancen esta ciencia recuerden
siempre su nombre. No obstante, él señala de qué está
hecha nuestra Piedra afirmando: Pues poseo las tres partes de la Filosofía
de todo el mundo ( 19 ), porque todo lo que está en el mundo, teniendo
materia y forma, está compuesto de los cuatro Elementos. Aunque en
el mundo hay una infinidad de cosas, el Filósofo las divide y las
reduce a tres partes; en la parte mineral, vegetal y animal, y de todas
en conjunto o separadamente se obtiene la verdadera ciencia, en la operación
del Sol, o composición de la Piedra. Y es por esto que él
dice: pues poseo las tres partes de la Filosofía de todo el mundo,
y las tres contenidas en la Piedra, a saber, en el Mercurio de los Filósofos.
CAPITULO XIII
Por qué la Piedra es llamada perfecta
Esta Piedra es llamada perfecta porque ella posee en sí la naturaleza
de las cosas minerales, vegetales y animales. Por eso es llamada triple,
o dicho de otra manera tri-una; es decir triple y única, teniendo
cuatro naturalezas, es decir los cuatro Elementos y tres colores, el negro,
el blanco y el rojo. También es llamada el grano de trigo, el cual
si no muere permanecerá solo; y si muere (como anteriormente se ha
dicho, cuando se conjuga en la conjunción) produce mucho fruto, a
saber, cuando las operaciones de las que hemos hablado son acabadas. ¡Oh
Amigo Lector! si tú conoces la operación de la Piedra, yo
te he dicho la verdad; y si tu no la conoces, yo no te he dicho nada. Terminado
y acabado está lo que he dicho de la obra del Sol. Es decir, lo que
se ha dicho de la operación de la Piedra de tres colores y cuatro
naturalezas, que están en una cosa única, a saber en el Mercurio
filosofal, está acabada y terminada.
NOTAS
1 La traducción que utiliza Hortelano es la versión latina,
que en algunos párrafos es algo distinta -aunque sin variar el sentido-
a la versión árabe, que es la utilizada normalmente en todas
las traducciones de la Tabla Esmeraldina, y en las que se comienza así:
"En verdad, ciertamente y sin duda...". La inclusión del
término 'sin mentira' reafirma aún más si cabe lo verdadero
y auténtico del Arte alquímico o Gran Obra, la certeza de
su origen revelado y supra-humano, pues en realidad se trata de una ciencia
sagrada, y hasta podríamos decir que, junto con la Astrología,
constituye la ciencia sagrada por excelencia, ya que de ambas derivan todas
las demás. (R)
2 Todo el comentario de este primer capítulo se centra en lo sumamente
importante que es para el alquimista experimentar en sí mismo las
operaciones de la Gran Obra (que son las propias de todo proceso auténtico
de ascesis y realización espiritual), pues no basta con que dichas
operaciones se entiendan sólo a nivel teórico y mental, sino
que han de hacerse efectivas en la práctica: han de ser vividas.
La obra alquímica no es ajena al discurso de la existencia humana,
sino que muy por el contrario constituye su paradigma, al mismo tiempo que
un permanente recordatorio de lo que esa existencia es en lo esencial de
sí misma. En este sentido, Titus Burckhardt señala que: "
'En verdad' se refiere a la esencia de lo revelado, y 'ciertamente y sin
duda' a su experiencia subjetiva". (R)
3 Esta fórmula hermética, que "Lo de abajo es como lo
de arriba, y lo de arriba como lo de abajo...", ofrece la clave y la
regla a seguir en todas las operaciones alquímicas, basadas en la
certeza de que el cosmos constituye un todo ordenado y jerarquizado en distintos
planos y niveles, los cuales se relacionan y vinculan entre sí gracias
a las leyes de las analogías y las correspondencias simbólicas.
Esto hace posible que "lo de abajo" (la Tierra o el hombre) se
comunique y conozca "lo de arriba" (el Cielo), para lo que es
necesario que en uno exista algo del otro, es decir, que vibren en una misma
frecuencia de onda. Aquí aparece también otra máxima
alquímica de suma importancia para el proceso de transmutación:
"lo semejante atrae a lo semejante". O dicho de otra manera, ¿cómo
podría alcanzarse el Conocimiento (la Piedra Filosofal) e identificarse
con él, si éste no fuera inmanente a la propia realidad del
mundo y de la vida? En este sentido, en casi todos los comentarios de Hortelano,
la Tierra, el mundo de la naturaleza y el propio cuerpo humano, se consideran
como los recipientes que recogen las emanaciones de los efluvios celestes,
reflejando así las leyes del orden y la armonía universal.
Como explica Julius Evola, en el cuerpo humano "se hallan los Tres,
los Cuatro, los Siete y los Doce; Azufre, Mercurio y Sal; Tierra, Agua,
Aire y Fuego; los Planetas; el Zodíaco... Arte hermético es
iluminar de nuevo el sentido de las analogías, restableciendo la
realidad de los contactos". (R)
4 Alusión sin duda al "rocío celeste" vivificador,
el cual simboliza el descenso de las energías (las ideas y arquetipos)
espirituales en el seno de la individualidad humana, a la que transmutan
revelándole su identidad con lo universal. En la iconografía
alquímica es frecuente representar el cuerpo inerte del alquimista
yaciendo en una tumba -imagen del athanor- o en el suelo (simbolizando la
muerte iniciática), el cual cobra vida -resucita- gracias a las gotas
de lluvia que sobre él descienden. (R)
5 La separación y la conjunción no son otra cosa que la 'disolución'
y la 'coagulación' -solve et coagula-, que se corresponden con las
dos etapas o fases que determinan todo el proceso de transmutación.
A una disolución corresponde la muerte a un plano (a una concepción
del mundo y de nosotros mismos), y una coagulación: el nacimiento
a otro. (R)
6 Todo este capítulo alude directamente a la operación del
Fiat Lux emanado del Logos o Palabra creadora, la que extrajo el orden -el
cosmos- de las tinieblas del caos primigenio. Este caos es la propia substancia
indiferenciada (la 'masa confusa' de que habla Hortelano) que contiene en
estado potencial y latente todas las posibilidades de manifestación,
ya sea de un mundo, de un ser, o de la manifestación universal en
su conjunto, y que no se actualizarán en tanto no sean fecundadas
(iluminadas) por la palabra del Espíritu. Los filósofos herméticos
denominan a dicho caos "nuestro caos", simbolizado por la serpiente
o dragón Uroboros, el cual vendría a ser una imagen de la
"Materia de obra" o "Mercurio Filosofal" del que el
alquimista (el artista), imitando el gesto cosmogónico del Dios creador,
extraerá su propio ordenamiento interno. (R)
7 Léase con el "Arte de la Alquimia". En este sentido,
en el contexto alquímico y tradicional, la palabra 'artificio' procede
de artifex, el que trabaja con arte, siendo el artifex o artesano por excelencia
el propio Dios creador, también llamado Gran Arquitecto del Universo
en las tradiciones occidentales de origen artesanal. (R)
8 Alusión al Sol como el Logos spermatikós de los filósofos
y alquimistas alejandrinos. El Sol -el oro filosofal- se asimila así
al Espíritu del Mundo vivificador, en tanto que la Luna -la plata
filosofal- simboliza el Alma del Mundo o matriz cósmica. En este
sentido, en la Alquimia tántrica hindo-budista el Sol se corresponde
con el dios Shiva, y la Luna con la Shakti (o potencia) del mismo, es decir
con su Mujer. Se trata por tanto de la pareja arquetípica, del macho
y de la hembra primordiales, de cuya unión o 'coito' perpetuo nacen
todos los mundos, seres y cosas que constituyen la manifestación
universal. En el hombre la unión del alma regenerada con su principio
supra-individual (el espíritu) da lugar al andrógino, y al
cual se refieren los alquimistas cuando hablan "de dos naturalezas
y una sola esencia". (R)
9 El fermento o alimento del Espíritu (de nuestro ser interno) es
la propia fuerza, o voluntad de poder (esto es, el amor, entendido por lo
más alto) que él mismo engendra al fecundar al alma o psiqué.
Esto mismo tal vez tenga relación con lo que decía José
de Maistre: "Goza la inteligencia con todo aquello que la revela".
(R)
10 El secreto de la obra reside en el equilibrio de las dos energías
cósmicas que en la Alquimia reciben el nombre de azufre y mercurio,
sometidas ambas a las influencias solares y lunares (y terrestres), respectivamente.
La una es masculina y la otra femenina, y, como hemos señalado anteriormente,
la conjunción o la adaptación mutua (representada por el 'casamiento
alquímico' del Rey -el Sol- y de la Reina -la Luna-, seguido de una
disolución y una muerte recíproca) genera el andrógino
o rebis, esto es, el "Hijo de la Filosofía". (R)
11 A la doble operación consistente en "fijar lo volátil
y volatilizar lo fijo" aluden los textos alquímicos cuando dicen
que el secreto de la obra consiste en "espiritualizar el cuerpo y corporeizar
el espíritu", máxima que indica que cuando el influjo
del Espíritu 'desciende' (promovido y atraído gracias al reiterado
y prolongado proceso ritual de cocción, fermentación, destilación
y sublimación llevado a cabo en el interior del athanor de la conciencia)
éste 'fija' o 'coagula' todos los estados del ser, a los que actualiza
haciéndolos permanentes. Dicha coagulación está sugerida
por el propio cuerpo ('el cuerpo como realidad interna', al decir de Burckhardt),
pues pese a su efímera existencia, éste constituye un todo
acabado, un pequeño cosmos, motivo por el cual en los textos alquímicos
siempre se le ha considerado como una imagen sensible y un símbolo
vivo de la Piedra Filosofal. En el simbolismo constructivo (tan vinculado
con la simbólica alquímica) La Piedra Filosofal es idéntica
en cuanto a su significado a la "piedra angular" que corona todo
el edificio, esto es, toda la 'obra'. Lo mismo podríamos decir de
la "piedra cúbica en punta" del simbolismo masónico.
Por otro lado, los alquimistas han dejado escrita esta otra sentencia plena
de significado, y que guarda relación con lo que estamos diciendo:
"Si declaramos espiritual nuestra materia, es verdad; si la declaramos
corporal, no mentimos. Si la llamamos celeste, es su verdadero nombre. Si
la denominamos terrestre, hablamos con propiedad". (R)
12 Los alquimistas aconsejaban la virtud de la paciencia en todas las operaciones,
añadiendo que "toda precipitación procede del diablo".
(R)
13 Los excrementos o estiércol son términos que designan la
fase de la 'putrefacción' u 'obra al negro', durante la cual el alquimista
muere a su condición profana para renacer a la vida nueva, simbolizada
a su vez por la 'obra al blanco'. A esto mismo se refieren las palabras
de San Pablo: "Sembrado en la corrupción resucitará en
la Gloria". (R)
14 Como podemos comprobar, todo el comentario a este capítulo gira
alrededor de la necesaria e imprescindible rectificación o limpieza
contenida en los distintos elementos: tierra, agua, aire y fuego, los cuales,
siendo cuatro estados de la materia física, y progrediendo del más
denso al más sutil, simbolizan otros tantos estados del alma. El
resultado de la rectificación es la obtención de la Piedra
Filosofal, tal y como queda indicado en el acróstico alquímico
V.I.T.R.I.O.L., "Visita (o desciende) al Interior de la Tierra (de
ti mismo) y Rectificando Encontrarás la Piedra Oculta". Precisamente,
la Piedra Oculta se identifica también con la "quintaesencia",
simbolizada por el éter, del cual surgen los diferentes elementos
por adaptación en un movimiento centrífugo y expansivo, del
'interior' al 'exterior', y a ella retornan cuando han cumplido su ciclo
de manifestación en un movimiento centrípeto y concentrativo
(coagulador), o del 'exterior' al 'interior'. En realidad, con todo esto
lo que se quiere decir es que la Piedra Filosofal -la quintaesencia- estaba
ya al comienzo y al final de todo el proceso, y que la idea de una elaboración,
de una búsqueda, y una obtención de la misma tendría
que ver más con el hecho de 'despertar' la memoria y recordar (en
el sentido de la 'reminiscencia' platónica) lo que uno mismo y las
cosas son y siempre han sido. En este sentido, un texto alquímico
asegura: "He aquí que os declaro lo que es desconocido: la Obra
está con vosotros y en vosotros: si la halláis en vosotros,
donde está continuamente (el subrayado es nuestro), la poseeréis
también siempre, allí donde vosotros estéis".
A esto se refiere igualmente la expresión de la Tabla de Esmeralda:
"El padre de todo, el Telesma del mundo, está aquí".
(R)
15 Referencia al hombre regenerado por el Arte como el intermediario entre
el Cielo y la Tierra. Ubicado en el centro de sí mismo, es decir,
habiendo recuperado el estado andrógino, el alquimista, como el chamán,
asciende y desciende por la escala de los mundos, pues como decía
Pernety "el hombre (regenerado) participa de las virtudes y propiedades
de todos los seres". El conoce las cosas del mundo superior y del mundo
inferior, ya que su naturaleza andrógina participa de los dos, de
ahí que como intermediario entre uno y otro establezca su mutua comunicación.
Pero en 'Sí mismo', esta distinción entre superior e inferior,
como cualquier otra distinción, desaparece para dar lugar a la Unidad
del Todo. "Uno el Todo" decían los maestros herméticos,
lo que metafísicamente (es decir esencialmente) significa que el
Ser -la Unidad- y su manifestación -el Todo- son una 'sola y misma
cosa'. (R)
16 Ver capítulo VI y nota 11. (R)
17 En vez de 'gloria' en la versión común aparece la palabra
'luz', pero el significado viene a ser el mismo en ambos casos. Se trata
de la Luz del Espíritu, de su Inteligencia creadora, que es "la
luz verdadera que, viniendo a este mundo, ilumina a todo hombre", como
se dice en el prólogo del Evangelio de San Juan. "Poseerás
la gloria, o la luz, de todo el mundo", vendría a significar
que el Conocimiento se habrá realizado de manera efectiva en él
(es decir, que el hombre, restituido a su verdadera identidad, es ese mismo
Conocimiento), alejándose "toda oscuridad y tinieblas".
(R)
18 La traducción árabe es quizá más clara y
completa a este respecto, pues en lugar de "así el mundo ha
sido creado", se dice: "Por tanto, el mundo pequeño está
hecho a semejanza del grande". Vuelve a aparecer aquí la analogía
entre lo de "arriba y lo de abajo", entre el macro y el microcosmos,
el universo y el hombre. (R)
19 Las "tres partes de la Filosofía (Sabiduría) de todo
el mundo" alude sin duda alguna al conocimiento de los tres mundos,
la Tierra, el Mundo Intermedio y el Cielo, los que conforman la estructura
cósmica. Estos tres mundos se relacionan con las tres fases principales
de la Gran Obra, simbolizadas por los tres colores alquímicos: el
negro, el blanco y el rojo. La cuarta parte restante sería el dominio
de lo inmanifestado, de lo supra-cósmico y lo innombrable. Por otro
lado, en este comentario aparece claramente la función que Hermes
Trismegisto se atribuía a sí mismo, y que servirá de
modelo ejemplar a sus sucesores, los cuales, como Hortelano, han sido los
transmisores y los mensajeros de la Filosofía y la Cosmogonía
Perennes, expresadas tras el lenguaje velado, y revelador, de los símbolos
hermético-alquímicos.