LOS
CABALLEROS BIENHECHORES DE LA CIUDAD SANTA Y LA ESTRICTA OBSERVANCIA TEMPLARIA
(1754-1782)
Antoine Faivre
Extracto
del libro L'Ésotérisme au XVIIIº siècle, París,
Seghers, 1973. Trad. castellana de J. Florentino Díaz: El esoterismo
en el siglo XVIII, Madrid, EDAF, 1976.
¿Cómo hablar de los Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa
sin referirnos a su origen, a su principal fuente? Hagamos un retroceso:
el origen, la fuente, es Martines de Pasqually y su Orden de los Elegidos-Cohen.
De origen y nacionalidad desconocida, este personaje, cuya evolución
espiritual permanece todavía en la oscuridad por falta de documentos,
aparece de forma súbita hacia 1754 y comienza una carrera de taumaturgo,
sobre todo de teúrgo, imponiéndose en seguida como teósofo
de gran talla y mago lleno de poderes extraordinarios. Su doctrina, de cuyo
carácter cristiano no existe ninguna duda, se presenta como la clave
de toda cosmogonía escatológica: Dios, la unidad principal,
da voluntad propia a los seres "emanados" de Él: pero Lucifer,
habiendo querido ejercer por sí la potencia creadora, cae víctima
de su propia falta, arrastrando a determinados espíritus en su caída,
y se encuentra aprisionado en una materia destinada por Dios para servirle
de cárcel. Después, la Divinidad envió al hombre, andrógino
de cuerpo glorioso, dotado de poderes inmensos, para que guarde a estos
rebeldes y al mismo tiempo trabaje para su redención, siendo precisamente
con esta finalidad como ha sido creado el hombre. Adán pecó
a su vez y arrastró en su caída a la materia, por lo que se
encuentra allí encerrado; habiéndose convertido en mortal
físicamente, no puede hacer otra cosa sino intentar salvarse a sí
mismo y a la materia. Esto lo puede lograr, con la ayuda de Cristo, por
la perfección interior, pero también mediante operaciones
teúrgicas, que Martines de Pasqually enseñaba a los hombres
de deseo que estimaba dignos de recibir su iniciación. Fundadas sobre
un ritual minucioso, estas operaciones permitían al discípulo
ponerse en contacto con las entidades angélicas, que se manifestaban
en la cámara teúrgica bajo la forma de "pasos" rápidos,
por lo general luminosos, representando la forma de caracteres o jeroglíficos,
signos de los espíritus evocados por el operador, al que estas manifestaciones
probaban que se encontraba en la buena vía de la reintegración.
Esta doctrina, destinada a una élite reunida bajo el nombre de Elegidos-Cohen
(sacerdotes elegidos), va a conocer un gran éxito, pero las operaciones
teúrgicas permanecerán siempre reservadas únicamente
para los iniciados. Desde 1754 hasta su muerte (1774), Martines de Pasqually
trabajó en la construcción de su Templo Cohen, y no utiliza
a la francmasonería más que con objeto de que sirva de apoyo
a su propio sistema. Hasta 1761 se le ve en Montpellier, París, Lyon,
Burdeos, Marsella, Aviñón. Inició a Grainville y Champollion.
En 1761 construyó su Templo particular en Burdeos, donde residió
hasta 1766. En esta época, la Orden de los Cohens se presenta como
un sistema de altos grados, colocado por encima de la masonería azul.
La primera etapa de los grados comprende los tres simbólicos, a los
que se añade el de Maestro-Perfecto-Elegido; a continuación
vienen los grados Cohen propiamente dichos: Aprendiz-Cohen, Compañero-Cohen,
Maestro-Cohen, Gran Arquitecto, Caballero de Oriente, Comandante de Oriente,
y, finalmente, el último de los grados, la suprema consagración,
el de Rosa-Cruz. En 1766, en París, Martines de Pasqually instruye
a Bacon de la Chevalerie y vuelve a Burdeos. En 1768, Willermoz recibe la
iniciación del grado Rosa-Cruz de manos de Bacon de la Chevalerie.
Saint-Martin, iniciado en los primeros grados hacia 1765. se convierte en
Comandante de Oriente. Martines de Pasqually deja en el futuro "Filósofo
Desconocido" una magnífica impresión. Los años
de 1769 y 1770 ven multiplicarse a los grupos de los Elegidos-Cohen por
toda Francia. Saint-Martin deja entonces su regimiento, a principios de
1771, para permanecer al lado de Martines de Pasqually, en calidad de secretario,
reemplazando en este puesto al abate Fournié. Data de esta época
la puesta a punto de los rituales, así como la redacción del
Tratado de la Reintegración, base doctrinal de la teosofía
y teúrgia martinistas.
En 1772, Saint-Martin recibe el grado de Rosa-Cruz, pero Martines de Pasqually parte el mismo año para Santo Domingo con el fin de hacerse cargo de una herencia, muriendo allí en 1774. Entonces la Orden se deshace. A partir de 1776, los Templos Cohen de La Rochela, Marsella, Lihume, se integran en la Gran Logia de Francia. En 1777 el ceremonial está en desuso y parece conservarse sólo en algunos cenáculos, como París, Versalles, Eu. Por último, en 1781, Sebastián Las Casas, tercero y último Gran Soberano de los Elegidos-Cohen (sucesor de Caignet de Lester, fallecido en 1778), ordena la clausura de los ocho Templos que todavía reconocían su autoridad. Ni Caignet ni Las Casas desempeñaron nunca un papel de importancia. A pesar de este cierre oficial, los Elegidos-Cohen continuaron ejerciendo su teúrgia y procedieron a impartir iniciaciones. Por otra parte, las enseñanzas teosóficas de Martines de Pasqually no se han perdido tampoco: en el seno de la masonería se siguen difundiendo durante mucho tiempo después de la muerte del maestro gracias al sistema masónico instituido por Willermoz poco después de morir Pasqually (1)
Es hacia 1768 cuando Pierre Fournié conoce al que va a modificar
su manera de pensar y su destino: Martines de Pasqually, cerca del cual
ejercerá durante varios meses la función de "secretario".
Iniciado como Elegido-Cohen, el clérigo tonsurado Fournié
conoce a Willermoz y Saint-Martin. Reside, sobre todo, en Burdeos, donde
sirve como intermediario entre los diferentes miembros de la Orden. En 1776,
Saint-Martin lo considera como un Elegido-Cohen excepcionalmente favorecido
en materia de manifestaciones paranormales; el propio Fournié hablará
de algunas en su obra, temiendo hablar demasiado. A pesar de estos dones,
Willermoz lo pone a un lado de las revelaciones del "Agente Desconocido"
(véase más abajo). Fournié, a partir de 1786, riñe
Con sus antiguos hermanos, y en el momento de la Revolución emigra
a Inglaterra, en donde permanecerá hasta su muerte. Desde allí
se cartea (desde 1818 a 1821) con el teósofo de Munich Franz von
Baader, conociendo también a Divonne.
Su obra, de un martinismo "catolizado", testimonia igualmente
la influencia de Jacob Boehme, de William Law, de Madame Guyon, de Swedenborg
y del mesmerismo. Fournié, en unión de Willermoz (muerto en
1824), es uno de los últimos supervivientes de los pensadores discípulos
de Martines de Pasqually. Su libro, comenzado en 1775, no se publicará
hasta 1801 (2).
¿En qué consiste el sistema masónico de los Caballeros
Bienhechores de la Ciudad Santa, instituidos por Willermoz e inspirados
en el martinismo? El lionés Jean-Baptiste Willermoz (3), procedente
de una familia del Franco Condado, se dedicaba al trabajo de sedería
por cuenta propia dirigiendo un próspero negocio. Desde la edad de
veinte años se apasionó por la francmasonería. En 1753
funda la Logia de la Perfecta Amistad, y posteriormente, en 1760, desempeña
un gran papel en la formación de la Gran Logia de los Maestros Regulares
de Lyon, de la que llega a ser el Gran Maestro. Con ayuda de un médico
amigo suyo, Pierre-Jacques, influido personalmente por el alquimista Dom
Pernety, funda en 1763 el Capítulo Rosa-Cruz de los Caballeros del
Águila Negra Rosa-Cruz. Es Bacon de la Chevalerie quien lo pone en
contacto con Martines de Pasqually en Versalles (1767), en donde recibe
la iniciación en los primeros grados de la Orden de los Elegidos-Cohen.
El mismo año representa a Martines de Pasqually en la provincia de
Lyon. Iniciado como Rosa-Cruz en 1768, Willermoz se hace gran amigo de otro
Elegido-Cohen, Luis Claudio de Saint-Martin, con el que mantiene una activa
correspondencia a partir de 1771; Saint-Martin vendrá a verlo a Lyon
entre 1773, siendo en esta ocasión cuando los dos hombres se ven
personalmente por primera vez. Saint-Martin permanecerá en casa de
Willermoz durante más de un año. Muy impresionado -lo mismo
que Saint-Martin- por las enseñanzas teosóficas y teúrgicas
de Pasqually, que les proporcionará de manera definitiva un cuadro
dogmático, Willermoz va a consagrar su vida al martinismo. Dentro
del plano teúrgico es necesario esperar muchos años antes
de poder lograr manifestaciones o contactos con los planos invisibles. Por
otro lado, se vio en la obligación de contribuir materialmente a
mantener a Martines de Pasqually. Pero permanecera siempre fiel a su maestro,
incluso después de la muerte de éste.
Cuando Pasqually deja Francia para dirigirse a Santo Domingo (el 6 de mayo
de 1772), los Cohens lioneses un poco desamparados, se reúnen frecuentemente
para intercambiar los conocimientos que él les impartiera y aclarar
o profundizar determinados puntos. Willermoz nos ha dejado un voluminoso
cuaderno manuscrito de Instrucciones a los Elegidos-Cohen (Instructions
aux Elus Cohens), llamado también Conferencias de Lyon (Conférences
de Lvon), conjunto de notas interesantes, permitiéndonos una mejor
comprensión de esta teosofía, y fechadas entre 1774 y 1777.
Una iniciativa de este tipo no parece, desde luego, una traición.
Pero, en cambio, ¿no se podría interpretar de esta manera
el intento de dar a las enseñanzas Cohen una dimensión masónica
ecuménica? Porque precisamente es en esto en lo que Willermoz va
a emplearse.
Martines de Pasqually había querido fundar una sociedad esotérica
independiente, exclusiva, no un
rito masónico propiamente dicho, destinado a englobar el mayor número posible de logias. Él no había buscado la alianza de los sistemas escoceses, entonces florecientes; incluso se le había visto reprender en este sentido al excesivamente celoso Bacon de la Chevalerie. No había elaborado ningún escenario relativo a la forma en que sus conocimientos habrían llegado hasta él, contrariamente a lo que se encuentra en todo ritual masónico de esta inspiración. Pero Willermoz aspiraba a ocupar un lugar destacado dentro de la masonería esotérica, y desde 1761, antes de conocer a su maestro, se había dirigido al Gran Oriente de Metz, en donde dominaban los masones hermetistas.
NOTAS:
1. De Martines de Pasqually leer Traité de la Réintégration
des étre dans leurs premieres propiétés, vertus et
puissance spirituelle et divine publicada solamente en 1899, en París,
ed Chacornac. Sobre él, consultar a Gerad van Rijnberk, Un Thaumaturge
au XVIIIe siècle, Martines de Pasqually, París, Alcan, 1935,
y t. II, Lyon, Derain-Raclet, 1938. Papus, Louis-Claude de Saint-Martin,
París, Chacornac, 1902; Le Forestier, La Franc-Maçonnerie
Templière et occultiste aux XVIIIe et XIXe siècles, París,
Aubier, 1970. Se consultarán también los artículos
de Robert Amadou en "L'Initiation", núms. de enero a diciembre
de 1969, y el de Léon Cellier, en la misma revista, núm. de
julio-septiembre de 1969.
2. A. Faivre, Un martinésiste catholique, l'abbé Pierre Fournié,
en "Revue de l'Histoire des Religions", julio-diciembre de 1967;
Robert Amadou, L'abbé Fournié, en "L'Initiation",
octubre-diciembre de 1966 y enero-marzo, 1970 (este artículo no ha
sido terminado).
3. Sobre Willermoz, además de la obra de R. Le Forestier, consultar
a Alice Joly, Un Mystique lyonnais et les secrets de la Franc-Maçonnerie,
Mâcon, Protat, 1938; del mismo autor, De l'Agent Inconnu au Philosophe
Inconnu, París, Denoël, 1962; Gérard van Rijnberk, Episodes
de la vie ésoterique, Lyon, Derain, 1949; Reverendo Keith Dear. J.
B. Villermoz, en "Le Symbolisme", julio de 1958. Sobre los archivos
de Willermoz, véase el artículo de Henry Joly, Les Archives
maçonniques de J. B.. Villermoz à la Bihliothèque Municipale
de Lyon, en "Bulletin des Bibliotèques de France", junio
de 1956, págs. 420-424.