HERMETISMO Y CABALA "CRISTIANA"
JOSE MARIA DOLCET
De entre los modelos de la Sabiduría tradicional, el de la Cábala
Hermético Cristiana fue inspirador del verdadero Renacimiento del s. XV;
el cual, remontándose a las fuentes medievales y de la antigüedad
se difunde hasta el s. XVII, expresando a través del lenguaje de los símbolos,
intermediarios del conocimiento, la harmonía existente entre las formas
tradicionales, hebrea, griega, cristiano-latina y árabe.
Tiempos aquellos alimentados por el espíritu de la concordia, generador
de una luz que, por situarse más allá de los caracteres que reviste
cada una de aquellas formas las armoniza en un todo, desde el que las formas particulares
de cada una de ellas quedan legitimadas. Convirtiéndose así en libre
expresión de una realidad verdadera, que las ciencias y las artes contribuían
a expresar, pues eran reconocidas como transmisoras de las musas y de los Angeles,
en correspondencia a las sephiroth. Luces indicadoras que flanquean el camino
de retorno de los seres hacia sí mismos, hasta su verdadero origen primordial.
Modelo que cristalizó en Florencia donde Marsilio Ficino y Juan Pico de
la Mirándola, dando curso a la traducción y al diálogo, vierten
la antigua sabiduría hebrea y griega al latín, demostrando los nombres
diversos con los que cada tradición se refiere a los mismos Principios.
Y todo ello según la tradición de las "escuelas de traductores",
que al igual que en Florencia existieron en otros tiempos y lugares, en Atenas,
Alejandría, Bagdad, Toledo, Gerona, Córdoba, o Aquisgrán.
Abundando en ello se da cita a textos, que son expresión de la inteligencia
que iluminó a aquellos cabalistas-herméticos-cristianos, en formas
signadas por los números, la geometría, las letras, la alquimia,
la arquitectura, la pintura, el grabado, y el teatro, entre otras; ciencias y
artes o vehículos conductores de un conocimiento regenerador capaz de sugerir
un espacio nuevo, como el que se indica en el frontispicio del templo de Apolo
en Delfos: Conócete a ti mismo. Conocimiento representado también
por el signo de la Mónada, principio de la Díada, de la Tríada
y de la Tétrada.
La existencia no es más que el recorrido o viaje alrededor del "misterio"
del que todo surge y al que todo ha de retornar, y que va revelándose en
el "rito" del despertar al "conocimiento".
Para rescatar o revivir este objeto precioso o tesoro es preciso traspasar la
letra muerta, colocarse detrás del espejo, despertando del sueño
en que se vivió; para llegar a adivinar que, en el "gran sueño"
que es la vida ya no hay temor a seguir soñando.
Y lo que es posible soñar hoy en la Voluntad despierta, son las noticias
que llegan hasta nosotros en voces audibles, legibles y visibles para oídos
más que humanos que viven en la paradisíaca inocencia del Edén.
Mensajes de los orígenes que nos traen a la memoria una muestra de imágenes
sugerentes que evocan los estados desconocidos del espíritu.
Las puertas del entendimiento, de la voluntad y de la memoria, pasivas respecto
al Principio y activas respecto al cosmos, están abiertas de par en par.
La escalinata que cubre el espacio entre lo visible y lo invisible, es recorrida
por la alfombra mágica del símbolo en todas sus formas y variedades.
Testimonios que habiendo llegado hasta aquí se conservan aún en
la memoria de las crónicas de nuestro tiempo, sencillas muestras de un
amor al conocimiento, tan reales, que a los ojos interiores no puede caberles
ya ninguna duda de que jamás han dejado ni dejarán de existir, pues
son en el ahora imperecedero.
Los hombres de este entonces estuvieron hoy en una Arcadia Feliz, próximos
a un siglo en el que están por concluirse todas las cosas.
Corresponde a la virtud de la paradoja comprender que como todo está hecho,
todo está por hacer; la obra conclusa está inconclusa y presta a
la renovación.
Disfrutemos de la compañía de los Angeles o de las Ideas y visitemos
los recintos simbólicos ante los que la imaginación enmudece.
*
* *
Raimundo Lulio vivió en el siglo XIII y fue contemporáneo a la redacción
del Libro del Zohar, en un tiempo floreciente en el que se encontraron sobre suelo
hispánico y en estrecha relación las culturas latina, cristiana,
judía e islámica.
En el curso de su existencia compuso una gran obra o Ars Magna, compendio del
saber universal y verdadera Teocosmogonía, en la que se desarrolla el ámbito
de la creación establecida en virtud de los principios trascendentes que
la sustentan.
Principios triunitarios que hallaron su concordancia en el núcleo esotérico
de las formas tradicionales representativas de occidente, tanto desde el punto
de vista cristiano-latino, como del judío e islámico. Síntesis
que aparece representada en una ilustración a la obra de R. Llull en forma
de cuatro personajes sentados bajo sendos árboles, un cristiano, un judío,
un musulmán y un gentil, ante quienes pasa un caballero -significando a
la propia Ars Magna- remontando la corriente de un río, por el que simbólicamente
discurre el conocimiento.
Compone el Ars Magna según los números, esencias constitutivas de
todas las cosas, representados a su vez por las formas geométricas correspondientes,
entre las que destacan, tres fundamentales: el círculo, el triángulo
y el cuadrado.
Círculo de lo absoluto, cuyo valor simbólico es 10, es decir el
de la Unidad y verdadero Principio de todas las cosas y las Nueve Dignidades o
atributos mismos de Dios: Bondad, Eternidad, Poder, Sabiduría, Voluntad,
Virtud, Verdad y Gloria, cuyos nombres fueron establecidos por la tradición
neoplatónica y cristiana de San Agustín y de Dionisio Areopagita.
Atributos estrechamente relacionados con las 9 sephiroth o numeraciones puras
de la Cábala, manifestaciones del sagrado nombre de Dios.
Atributos, Dignidades, o Nombres Supremos que en el Ars Brevis de Llull encontramos
especificados por las letras del alfabeto latino de la B a la K, procedentes todas
ellas de una primera letra inefable y que se disponen en una síntesis de
tres círculos concéntricos, referidos de mayor a menor al ámbito
de lo supraceleste, de lo celeste y al de lo terrestre. A partir de lo cual es
elaborada un Ars Combinandi cuyo ejercicio permitirá reconocer en la mente
humana todo el mundo cognoscible, disponiéndose a ser conocida o visitada
por el espíritu.
En el orden de lo geométrico, triángulo y cuadrado son figuras que
corresponden al número 3 de las fuerzas principales y al 4 de los elementos
de la materia, a través de cuya multiplicación aparecen las doce
formas ideales del Zodíaco o signos arquetípicos, gobernados a su
vez por las siete fuerzas planetarias resultantes de la suma o adición
de aquellos mismos números.
Nueve dignidades divinas en las que se reflejan todos los aspectos de la creación
universal, en un orden jerárquico que comprende toda la cadena del Ser
o escala de las criaturas, y que va por emanaciones sucesivas, desde lo más
sutil e incorpóreo a lo más material, fluyendo desde las energías
angélicas hasta la naturaleza del mundo creado con base en los cuatro elementos.
Creación que comprende tanto un ámbito celeste, representado por
los doce signos zodiacales y sus siete regentes planetarios, girando en armónica
revolución, como un ámbito terrestre, en donde todas las cosas evolucionan
según aquellos ritmos.
Mundo o Macrocosmos de la creación, que halla su reflejo central en el
Microcosmos, que participando a la vez tanto de lo espiritual como de lo elemental,
es constituido a su imagen, como hombre verdadero, en espíritu, alma y
cuerpo.
Las facultades que presiden y a la vez median, posibilitando la identidad entre
lo macrocósmico y lo microcósmico son en número de 3, la
Memoria, el Entendimiento y la Voluntad, por medio de quienes y a través
de su libre albedrío, el hombre puede elevarse en la contemplación
de las esencias divinas. Facultades que Llull, en su Libro de la Contemplación,
describe así:
"La primera recuerda lo que la segunda entiende y lo que la tercera quiere.
La segunda entiende lo que la primera recuerda y lo que la tercera quiere. La
tercera quiere lo que la primera recuerda y la segunda entiende."
Señalándose así, la compenetración recíproca
permitida por la intuición directa del corazón, que hace de todas,
una sola.
Facultades o potencias del alma con las que el intelecto recorre gradualmente
la escala del Ser, lo cual podemos contemplar en una lámina alusiva incluida
en el Libro del ascenso y descenso del Intelecto, donde se muestra a éste
en su recorrido por el mundo de la creación, transcurriendo a través
de las esferas elemental, humana, celeste y angélica hasta el templo de
la sabiduría cuya puerta abierta es iluminada por el sol, símbolo
de la unidad puramente espiritual.
Atributos de Dios, que en el Ars Combinandi de Llull y por medio de diferentes
figuras hallarán aplicación a todas las esferas del saber humano
de lo cósmico, como es por ejemplo el caso de la del Arbol de la Ciencia
en cuyas raíces, tronco, ramas, ramos, hojas, flores y frutos hallan su
correspondencia las diferentes Artes que son en sí los reflejos humanos
del orden natural.
Este recorrido del intelecto por la escala del Ser, operado a través del
Ars Magna, era inspirador de un amor que halla su eco en la poesía provenzal
de aquel tiempo, y también de una regla de caballería hecha explícita
en un libro compuesto en siete capítulos, a tenor de los siete planetas
o fuerzas celestes que gobiernan a las terrestres y que se titula Libro de la
Orden de Caballería. "La primera parte trata del principio de la caballería.
La segunda, del oficio del caballero. La tercera, del examen que debe hacerse
al escudero cuando quiere entrar en la orden de caballería. La cuarta,
del modo como debe ser armado el caballero. La quinta, de lo que significan las
armas del caballero. La sexta de las costumbres que son propias del caballero.
La séptima, del honor que se debe al caballero".
Libro que fue modelo para la sociedad inglesa isabelina del siglo XV. Además
la obra de Ramón Llull constituyó uno de los puentes que contribuyeron
a la generación de la Cábala Cristiana y latina en el Círculo
de Florencia.
R. Llull, Liber de ascensu et descensu intellectus
Valencia 1512
El cual estuvo centrado alrededor de la Academia platónica, espacio de
"Diálogo" fecundo entre tradiciones, inaugurada de nuevo por
Cosme de Medici a poco de llegar Gemistos Plethon de Bizancio, el cual vino provisto
de los escritos en lengua griega que allí se guardaban, los de Hermes Trismegistos
así como los de Platón, y también de Jámblico, Proclo
y de Porfirio entre otros. Textos del neo-platonismo alejandrino, que recipiendario
de las antiguas tradiciones Persa, Caldea y Egipcia, habría de traducir
al latín en su mayor parte Marsilio Ficino, Gran Maestre de la Academia
de Florencia. Círculo al que perteneció Giovanni Pico della Mirandola,
nacido en 1463 y que viviendo tan solo treinta y dos años, fue reconocido
como Fénix de su tiempo y también como Príncipe de la Concordia.
Pico tuvo acceso a las fuentes herméticas traducidas por la Academia y
que bajo el nombre de Corpus Hermeticum recogían tratados como el Poimandres
y el Asclepios. Además dispuso de la traducción de los Diálogos
de Platón. Así como también tuvo acceso a la Cábala,
tradición oral, se dice, revelada a Moisés en el Sinaí al
margen de la ley escrita. Siendo iniciado en ella a través de las enseñanzas
en hebreo que Pico recibiera de judíos conversos, como Flavio Mithridates,
Pablo de Heredia y Elia de Mendigo, portadores de esta tradición según
había sido desarrollada en el siglo XIII en suelo hispánico.
Tanto F. Mithridates, erudito en lengua hebrea, en griego y en latín, como
Pablo y Elia, transfirieron a Pico los textos hebreos fundamentales, y su procedimiento
hermenéutico según la ley de correspondencias, que permite las combinaciones
y permutaciones entre los números y las letras consonantes. A partir de
lo cual Pico encuentra en la antigua sabiduría de los hebreos un camino
abierto para la hermenéutica cristiana de la Cábala, en el que se
confirma la Fe cristiana en la Divinidad del Cristo, según la línea
de la tradición patrística y medieval que habían trazado
ya San Jerónimo y Nicolás de Cusa. De este último se cuenta
que en su oratorio presidían "la Díada platónica, la
Tríada cristiana y la Tétrada pitagórica".
En la confluencia de la gran corriente Cabalista, Cristiana y Hermética,
que en sus símbolos fundamentales da identidad a la tradición viva
de occidente, es que Pico desarrolla sus Novecientas conclusiones, ofreciendo
a quien pudiera interesar, la demostración y la confirmación recíproca
entre unas y otras, por medio de los principios que sustentan sus respectivas
cosmogonías, aspectos a su vez de un solo y único principio que
las fundamenta.
De entre las novecientas, una de las setenta y dos "Conclusiones Cabalísticas
según propia opinión que confirman grandemente la religión
cristiana a partir de los fundamentos de la religión de los hebreos",
dice: Per litteram Scin, que mediat in nomine Jhesu, significatur nobis cabalistice,
quod tum perfecte quieuit tanquam in sua perfeccione mundus, cum Iod coniunctus
est cum Vau, quod actum est in Cristo, qui fuit verus dei filius et homo. "Por
la letra Shin, que está en medio del nombre de Jesús, se nos significa
cabalísticamente que entonces reposó tan perfectamente como el mundo
en su perfección, cuando la Iod se unió a la Vau, lo que se hizo
en Cristo, que fue verdadero hijo de Dios y verdadero hombre". También
nos dice en otra de las 72 conclusiones que los tres grandes nombres cuaternarios
que están entre los secretos de los cabalistas deben atribuirse a las tres
personas de la Trinidad. Y que por la letra Shin que está en medio del
nombre de Jesús en hebreo, se significa al verdadero Hijo de Dios hecho
hombre por el Espíritu Santo, I H S V H.
Afirmando más adelante: Idem est nox apud Orpheum et Ensoph in Cabala.
"Lo mismo es la noche en Orfeo que Ensoph en la Cábala". Y: Sicut
hymni Dauid operi Cabale mirabiliter deseruiunt, ita hymni Orphei opere vere licite
et naturalis Magie. "Como los himnos de David sirven maravillosamente para
la obra de la Cábala, así los himnos de Orfeo son verdaderamente
útiles para una Magia lícita y natural".
Asimismo y de acuerdo a la tradición hebrea, Pico reconoce dos vertientes
en la Cábala; una el "sendero de los nombres" al que se refiere
como ya desarrollado por Abulafia y Llull, en el Ars Combinandi; y otra el "sendero
de las numeraciones puras", las sephiroth, a su vez en correspondencia a
los atributos divinos nombrados por Dioniso Areopagita, y que son la parte suprema
de la magia natural, capaz de captar el poder de las cosas superiores y supracelestes,
y que es una magia altamente operativa basada en el poder de la lengua hebrea
para invocar a las jerarquías angélicas intermediarias entre el
mundo divino por una parte y el cósmico centrado en el hombre por la otra.
Magia buena y Teúrgica -de Theos, Dios, y Ergon, Obra- a no confundir con
la nigromántica que basa sus operaciones en una lengua hebrea degenerada
y en la inversión perversa de sus fines y que es una forma desnaturalizada
de la verdadera magia natural.
Magia natural que decíamos establece y asegura los vínculos entre
cielo y tierra, mediante la confección de objetos rituales según
las leyes de afinidad, por ejemplo de talismanes, a base de grabar en sustancias
elementales los caracteres o imágenes de los astros correspondientes, mientras
se refuerza su efecto con la invocación de los Himnos Orficos.
Pico della Mirandola también tuvo acceso al espacio revelador del Corpus
Hermeticum, de cuya traducción se encargó el scriptorium de Marsilio
Ficino.
La Sabiduría es revelada a Hermes por Poimandrés, el Noûs,
en una iluminación; en el curso de cuyo relato se hace referencia a la
generación del Universo por parte de un segundo Demiurgo creador, y a la
del Hombre, obra directa del Padre Noûs, que lo engendró similar
a Él Mismo y al que amó como a su propio hijo; el cual penetrando
y descendiendo por la armadura de las esferas llegó a encarnar en la naturaleza.
El hombre, único ser de entre todos los terrestres dotado de una doble
constitución, inmortal en cuanto a su esencia trascendente y mortal en
cuanto su cuerpo perecedero.
A continuación, Poimandrés muestra a Trismegistos el comportamiento
que debe llevar en acuerdo al gran misterio que acaba de serle revelado, diciéndole
que deberá conocerse a sí mismo, ya que quien se conoce a sí
mismo va hacia sí mismo, es decir hacia su propia naturaleza, que es luz
y vida. Lo mismo que el Dios Padre de quien nace el Hombre.
Ascensión en la que, dejando atrás el cuerpo mortal, ya purificado
de las influencias materiales que las esferas planetarias habían impreso
en él, culmina en la suprema y ogdoádica esfera, donde percibe a
las Potencias Divinas que cantan himnos a Dios.
Entre las que podemos encontrar analogías correspondientes a las Potestades
del cristianismo.
Enseñanza acerca del ascenso del alma en regeneración hasta la esfera
ogdoádica que asimismo se encuentra en los Palacios Celestes de la Cábala,
lo que es otra muestra de la estrecha relación establecida entre las tradiciones,
hermética y mosaica.
Un año después de la elaboración de sus novecientas tesis,
Pico redacta la Oración o Discurso sobre la Dignidad del Hombre, como introducción
y apología de aquellas, vista la desaprobación que sufrieron por
parte de los prejuicios de la religiosidad de aquel entonces. Discurso en el que
se manifiesta la Idea renacentista del hombre, y de su posición en el mundo,
que, como centro y reflejo del cosmos entero, fue dotado de todo aquello con que
se revestía a la misma creación, pudiendo el hombre, lo mismo degenerar
en los seres inferiores que son las bestias o bien regenerarse en las realidades
superiores que son divinas, y ello gracias al intelecto, "el alma intelectiva
única para todos los hombres", reflejo de la "mens divina",
y que es vínculo de los mundos celeste y terrestre por medio de la magia
establecida entre las ciencias de la Astrología y de la Alquimia.
"¡Oh Suma liberalidad de Dios padre, suma y admirable felicidad del
hombre! a quien es concedido obtener aquello que elija, ser aquello que quiera.
Igual que las bestias en el mismo momento de nacer llevan consigo, según
dice Lucilio, todo aquello que tendrán después, los espíritus
superiores desde el inicio o poco después, fueron aquello que debieran
ser en las perpetuas eternidades. En el hombre naciente el Padre depositó
semillas de toda especie y gérmenes de toda vida; y según como cada
joven las haya cultivado, fructificarán en él. Si fueran vegetales,
será planta. Si sensibles, será bruto. Si racionales, devendrá
animal celeste. Si intelectuales, será ángel e hijo de Dios, y si
no contento de la suerte de ninguna de las criaturas se recogiere en el centro
de su unidad, hecho un espíritu con Dios, en la solitaria oscuridad del
Padre, él, que está puesto sobre todas las cosas, las sobrepujará
a todas.
¿Quién no sería admirador de este nuestro camaleón?
Fuera de ello a qué otra cosa mayor podríamos admirar. De él
no se equivoca Asklepio de Atenas, que por el aspecto cambiante y la naturaleza
mutante dice que en los Misterios era el símbolo de Proteo, de quien las
metamorfosis eran celebradas por los Hebreos y los Pitagóricos."
Cantos como este, contribuyeron -en la atmósfera postescolástica-,
al verdadero Renacimiento de Occidente, en el reconocimiento del cristianismo
por el judaísmo, del judaísmo por el cristianismo, y de ambos según
el hermetismo, configurándose para entonces un método de ascenso
espiritual o suprarracional, fundado en las Ciencias y en las Artes así
como en la Magia Teúrgica.
Se distingue que este discurso era elaborado desde la "concordancia"
de símbolos que posibilitaba el diálogo fecundo al que nos referíamos,
y del que son muestra algunas palabras hijas de las diversas tradiciones que se
dan cita en él, como son la egipcia, caldea, persa, hebrea, pitagórica
y platónica, neoplatónica, romana, cristiana y árabe; todo
ello es confirmado por los nombres que van apareciendo a lo largo de la Oración
sobre la Dignidad del Hombre: Hermes, Asclepio, David, Moisés, Timeo, Adán,
Hebreos, Pitagóricos, Enoch, Empédocles, Mahoma, Apóstol
Pablo, Dionisio Areopagita, Osiris, Heráclito, Homero, Platón (Fedro,
Alcibíades, Carta VII, Cármides), Angeles, Musas, Apolo, Sócrates,
Zoroastro, Abraham, Aristóteles, Cicerón, Tomás de Aquino,
Duns Scoto, Alberto Magno, Averroes, Avempace, Al Farabí, Avicena, Simplicio,
Temistio, Ammonio, Teofrasto, Porfirio, Plotino, Hermias, Damascio, Olimpiodoro,
Séneca, Mercurio Trismegisto, Boecio, Aglaofemo, Filolao, Zalmoxis, Abaris
el Hiperbóreo, Bacon, Apolonio, Esdrás, Hilario, Orígenes,
Zorobabel, Pitágoras, San Agustín, Orfeo, Jámblico, y aún
otros. Nombres llevados por los símbolos o ideas, sephiroth, musas, ángeles
o números, Intermediarios entre lo Supremo y el hombre. Testimonios a través
de sus obras, de las diversas palabras o claves, con que cada forma tradicional
refiere la cosmogonía a partir de sus principios. Punto de vista desde
el que cada nombre ocuparía el lugar correspondiente en el orden jerárquico
que estipula toda realidad, tanto en el ámbito de lo divino -en el sentido
inmanifiesto y manifiesto- como en el de lo heroico, y también en el de
lo humano lineal e histórico.
Doctrina, procedimiento y modo de conducirse el hombre que desde el Renacimiento
Florentino, sólidamente establecido en sus fundamentos Hermético-cabalístico-cristianos,
hallará su difusión natural por toda Europa a través de Johannes
Reuchlin en Alemania, Francesco Giorgio en Venecia, G. Postel en Francia y John
Dee en Inglaterra, entre otros.
El renacimiento europeo es, desde el punto de vista de la Filosofía Perenne,
una época histórica propicia al diálogo establecido desde
las diferentes voces de la Tradición Unánime, por medio de las cuales
se difunde el mismo espíritu de concordia vaticinado por Pico y que rebasa
ampliamente el marco de la erudición clásica con que algunos pretendían
suplir una escolástica rígida y decadente.
Una de estas voces fue la de Juan Reuchlin, que en llegando a Florencia tuvo acceso
a toda la riqueza de la literatura hebrea y cabalística, incluyendo al
Sepher ha Zohar o Libro del Esplendor, y al Sepher Yetsirah o Libro de la Formación,
testimonios principales de la antigua sabiduría hebraica, de la que fueron
portadores aquellos judíos conversos procedentes del exilio producido en
1492 desde España. Fruto de lo cual fueron obras como De Verbo Mirifico
o la "Palabra Maravillosa", donde Reuchlin, llamado el "Pitágoras
redivivo", elabora un diálogo entre la Grecia de raíz Órfico-Pitagórica,
la Cábala judía y el Cristianismo, en el que se establece el elevado
poder de las palabras y letras de la lengua hebrea.
A partir de lo cual Reuchlin, desarrollando las Conclusiones de Pico, hace ver,
en De arte cabalística, que el Sagrado Tetragrama I H V H, impronunciable
en hebreo se hace audible en el nombre de Jesús, que en esta misma lengua
es I H S V H, el Verbo hecho carne; y cuya pronunciación, Iosua, es significación
de la Misericordia, según la escritura del Talmud.
En ambos libros, Reuchlin expone la esencia simbólica del número,
presente tanto en la Cábala como en la Doctrina pitagórica. En I
H V H, nombre de Elohim revelado, se resumen las veintidós letras del Alefato:
"Desde Aleph a Iod se encuentran los órdenes de los ángeles.
Desde Caph a Zade, el orden de los cielos, y por último, desde Zade a Thau
el mundo de los elementos."
"Veintidós letras que junto a las cincuenta puertas de la inteligencia,
constituyen los setenta y dos nombres divinos que Reuchlin encuentra en el Psalterio
y que cual escala de Jacob eran recorridos por los ángeles. Cincuenta puertas
de la inteligencia, de las que se dice que 'por ellas penetra el misterio del
Dios vivo en el mundo'. Todas menos una, abiertas a Moisés, por quienes
le fuera transmitido todo lo comprendido en la Ley. La quincuagésima puerta
no está abierta más que para el Mesías, Luz de Dios y Luz
de los pueblos, que conoce a Dios y hace conocer a Dios."
Escala de Jacob, que el monje franciscano Francisco Georgio de Venecia, establece
entre la unidad y el mundo elemental, por medio de las jerarquías angélicas
análogas a los Sephiroth y que anteceden a las estrellas en su recorrido
de descenso hasta la tierra. Armonía del mundo, que dio nombre a la obra
de Georgi y que fue modelo inspirador de la arquitectura con que se edificó
el templo de San Francisco de la Vigna, según el orden y proporción
de la Ciencia Sagrada del Número y de la Geometría, vehículos
de la sabiduría hermético-cabalístico cristiana en su camino
de retorno al Uno o Monas. Recorrido ascendente, o bien descendente por extensión
a los tres mundos, que desde el Uno y por los Angeles o intermediarios divinos,
fluyen sobre las energías celestes, que representadas por los doce signos
zodiacales y por sus siete planetas regentes, conforman el mundo elemental.
De Harmonia Mundi fue conocida por el renacimiento isabelino y también
traducida al francés por Guy Le Fèvre de la Boderie; ámbito
en el que encontramos a Guillermo Postel, quien sabio en ciencias como la matemática,
botánica, medicina y en lenguas fue un gran viajero por Oriente, traduciendo
los manuscritos árabes que de esas materias trajo consigo, así como
tradujo el Zohar al francés, escribiendo entre muchas otras obras El Candelabro,
donde "Cristo, la Luz del Mundo, ilumina desde su interior a las almas que
lo habitan".
Labor iluminadora del renacimiento, a cuya difusión contribuyeron obras
como De Coelesti Agricultura, de Paulus Rici, la cual sería comentada por
el jesuita Athanasius Kircher; el Salterio Políglota de Giustiniani, en
ocho columnas y que precedió en su publicación a la Biblia Políglota
de Alcalá; el Comentario sobre el Apocalipsis de Pedro Galatino; La Cábala
Desvelada de Knorr Von Rosenroth en la que se vierten al latín fragmentos
del Zohar. La labor del cardenal Egidio de Viterbo, que reunió, favoreciendo
su estudio, gran número de tratados cabalísticos. Pléyade
de obras, todas ellas, significadas por el Espíritu de la concordia universal,
que dio su aliento al renacer del hombre, vínculo en el microcosmos de
todos los aspectos de la Creación.
*
* *
Renacimiento de un mundo, que participa de una idea iluminadora de la consciencia
del hombre, la que, adecuada a su tiempo, se hizo patente a través de las
Artes y de las Ciencias aplicadas a la arquitectura del templo al principio y
luego a la de palacios y jardines, según el número y la geometría,
donde hallaban lugar de expresión las alegorías pictóricas
con que los artistas de la época simbolizaban los mitos de la antigüedad
y también los emblemas trazados en planchas representando el orden universal;
de igual modo la medicina, que era elaborada como Panacea o remedio de todos los
males, por los sabios alquimistas que estudiaban la "quinta" esencia
de los elementos. En el teatro, donde se escenificaba renovado el drama del hombre-cosmos.
O a través de obras literarias, que en la tradición de la leyenda,
referían la aventura y viaje del alma por éste y por el otro mundo.
Sin olvidar la música, en cuyo sonido reververaban todas aquellas expresiones
del saber.
Manifestaciones, todas ellas, de las siete Ciencias y Artes heredadas del Medioevo,
llamadas liberales, porque según se decía "requerían
la libre disposición de la mente para su aprendizaje".
Vehículos de la Cosmogonía, a su vez compendiados por la Astrología
y la Alquimia, que estudiaban al universo en sus grandes aspectos celeste y terrestre,
que la Magia del Renacimiento realizaba en coexistencia.
Arte por medio del cual, el Mago vincula el poder del cielo con el de la tierra,
por medio de la vara-eje que encontramos representada en la primera lámina
del juego del Tarot, y que manifiesta como lo hacen tantos otros juegos tradicionales,
el despliegue de una cosmogonía en número, letra, forma y color,
análoga a la constitución del hombre, quien, reflejándola
enteramente, puede reconocerla en sí mismo.
En cuanto a la etimología de la palabra mago, tomamos su raíz del
avéstico "maga", cuyo significado es Gracia, Don o Riqueza Espiritual.
Los magos constituían la casta sacerdotal del pueblo Medo del Irán,
representantes, como otros pueblos de la antigüedad, del Hombre Verdadero,
que opera en su gesto arquetípico, la unidad del mundo, renovándolo
así permanentemente.
Gran mago del Renacimiento fue Enrique Cornelio Agrippa (1486-1535), que viajando
por toda Europa, conoció en Italia a los cabalistas cristianos, siendo
discípulo también, del Abad Trithemius, a quien dedicó su
obra principal De Occulta Philosophia, tratado en tres libros, en los cuales la
magia natural o elemental y la celeste, reciben las influencias de un ámbito
superior, el de los intermediarios divinos, aspecto éste ceremonial y más
elevado de la Magia por la invocación de los nombres de Dios en hebreo,
coronados por el de Jesús, como I H S V H .
El mago operaba en la construcción de talismanes, y para ello tenía
en cuenta a los elementos de la naturaleza, que eran signados y regidos por las
fuerzas celestes y planetarias en correspondencia; siendo a su vez éstas
producto de las entidades angélicas, con lo que el acto mágico implicaba
al hombre entero, por su reconocimiento más allá de los influjos
cósmicos, de las energías supracelestes, emanaciones de Dios, a
partir de las cuales toda magia devenía esencial y sin cuyo concurso toda
operación resultaría inconclusa.
Camino de retorno a la Unidad de los Principios, recorrido por el héroe,
impulsado por el amor de la Verdad, lo cual es explicitado en los Heroicos Furores,
obra literaria de Giordano Bruno, otro gran mago del Renacimiento, que prosigue
en la tradición de los Tratados del Amor, como lo fueron: el Fedro y el
Symposio de Platón, el Libro del amigo y del amado de Llull, el Tratado
del Amor de Ibn Arabî, la Vita Nuova de Dante y los Diálogos de Amor
de León Hebreo entre otros.
Amor heroico que surge invicto, por la concentración de todas las potencias
del alma en la voluntad de purificación y de renuncia al amor vulgar. Proceso
que transcurre en la intimidad del ser humano, y que parte de un estado referido
por los antiguos como humor melancólico, de carácter saturnino y
que nace de la nostalgia por lo elevado a la vez que de la negación del
aspecto cambiante y aparente de las cosas, es decir de la negación de lo
que no es permanente.
Ascesis del alma, que, tomada en rapto por el heroico furor, abandona en su ascenso
todo vínculo imaginario con el mundo, penetrando así en la contemplación
de Diana, la Luna, en la pura desnudez de su reflejo solar.
Melancolía que fuera representada en la perspectiva visual del arte pictórico
por la magia de Durero y de la escuela flamenca, en cuyas obras de arte se simbolizaba
la proporción y fundamento de la belleza en el lazo armonioso asegurado
por el número; esto mismo hallamos en el marco teatral de Shakespeare,
en este caso representada por el heroico Hamlet, símbolo del alma humana,
que aspira a desembarazarse de sus estados pasionales e inferiores, asimilados
a los personajes de la obra y ello a través de la "venganza",
que yendo más allá del literalismo tiene como fin la restitución
del hombre en la pureza de su estado original. Testimonio de la lucha entre el
ser y el no-ser, debate entre el día y la noche, ámbito donde se
da el proceso regenerativo del despertar, por medio de un fuego o furor heroico
y transformador surgido de la melancolía del protagonista.
Extensión del Arte sagrado, que en esta obra y en otras del repertorio
de Shakespeare, como La Tempestad, El Rey Lear, Othelo, El Sueño de una
Noche de Verano, etc. era escenificado a diversos niveles, que se correspondían
con el sentido literal, alegórico y simbólico del contenido del
drama, en una didáctica de enseñanza ejemplar que prefiguraba para
el entendimiento del espectador su propio proceso de elevación por el esclarecimiento
interior.
Es decir, teatro, poesía, literatura, música, arquitectura y pintura
en los que resplandecía aquella luz renacentista que asimismo se reveló
por medio del Arte de la medicina tal y como fue concebido en aquellos tiempos
por Paracelso, gran representante de la magia alquímica-cabalista y cristiana
que operaba a través de una Medicina universal presidida por el origen
divino y trascendente, principio de toda vida.
La medicina de Paracelso constituyó el crisol donde amalgamaron los estudios
de Cábala y Hermetismo promovidos por Tritemio, cuya biblioteca, de caracteres
enciclopédicos, se dice era visitada por todos los sabios de la época.
Tritemio, que practicaba la "Esteganografía", o especie de arte
cabalístico adaptado al latín, cuya combinación de letras
y números permitía hallar en las cosas nombradas su naturaleza simbólica
velada a ojos superficiales.
En el libro De Polygraphia Cabalística, Tritemio hace la siguiente sinopsis
del esoterismo hebreo:
"Ante todo, existe el Inefable, el Indeterminado. Después viene el
mundo supremo, que es el modelo del mundo inferior. Los dos forman dos caras homólogas:
el Macroposopo y el Microposopo. Están unidos por el lazo del amor recíproco
entre el universo y el hombre. La creación tomada en su totalidad, es un
ser todos cuyos rasgos están marcados por el sello divino, siendo el hombre
la síntesis de todas las criaturas. Como él ha sido modelado a imagen
del centro divino, su forma está compuesta de elementos copiados de la
forma superior. La forma humana, referida a sus principales órganos: cabeza,
cerebro, corazón, brazos, tórax, vientre, miembros, órganos
sexuales, etc. corresponden a tipos que la Cábala designa con el nombre
de Sephiroth, que los sabios de Israel llaman Corona, Sabiduría, Inteligencia,
Clemencia, Rigor, Belleza, Victoria, Majestad, Fundamento y Reino."
El hombre que, caído en el olvido de su origen y en quien "ser"
y "conocer" están separados, deviene obligado por el dolor profundo
de esta existencia, a rememorar su estado original. Constituyendo ello un arte
alquímico capaz de transformar la cualidad de su energía, a través
de un proceso natural marcado figuradamente por los signos y planetas del zodíaco.
Astrología y Alquimia, aspectos ambos del Cosmos incluidos en la Cábala
hebrea, quien corona a este universo con los principios de la Unidad misma y de
los que por emanaciones e hipóstasis sucesivas se irá desenvolviendo
la creación, desde el plano de las ideas al de las formas que descienden
sobre la materia, cauce por donde discurre la divinidad misma, haciéndose
inmanente en todo objeto natural, minerales, plantas o animales que se resumen
en el hombre dotado de intelecto y por medio de quien la naturaleza se desvela
y reconoce a sí misma.
De los símbolos de esta ciencia cabalística, mágica, astrológica
y alquímica derivó Paracelso todo un lenguaje poligráfico
reconociendo un principio supremo llamado Yliaster de quien proceden lo positivo,
lo negativo y lo neutro, análogos en el macro y microcosmos, y que son
simbolizados por el azufre, el mercurio y la sal, a partir de los cuales es dispuesto
el cuaternario de la creación en la multiplicidad de las formas.
En su Tratado de las Entidades, orígenes de la enfermedad, nos habla de
cinco, de entre ellas cuatro naturales: De Ente Astrorum, De Ente Veneni, De Ente
Naturali, De Ente Spirituali y una quinta sobrenatural, De Ente Dei, "entidad
que debemos considerar con la mayor atención y antes que toda otra cosa,
pues en ella está la razón de todas las enfermedades".
Enuncia también, los siete órganos del hombre en relación
con las siete esferas planetarias, cuyo desequilibrio por desproporción
es responsable de padecimiento tanto anímico como corporal. En cuanto a
los métodos de curación, descansan en las cuatro columnas sobre
las que se edifica la verdadera medicina y que son: la Filosofía de la
Naturaleza, la Ciencia de los Astros, la Alquimia y la Virtud del médico.
Triple medicina que por la línea de Apolo, Esculapio y de Quirón,
es decir, por el espíritu, por el alma y por el cuerpo, consideraba al
ser humano en la integridad de todas las dimensiones que le constituyen y que
operará en la construcción de talismanes, simbolizados por el cuadrado
mágico del planeta al que corresponde la enfermedad a tratar. Signaturas
celestes que en el ámbito de la Farmacopea fundamentaban la obtención
de extractos vegetales y de productos minerales, según los principios de
correspondencia basados en el Similia Similibus Curantur, antecedentes de la Homeopatía
o método de curación por lo mismo que ocasiona la enfermedad, sólo
que en dosis infinitesimales cuya potencia esencial y dinámica es capaz
de disolver aquella.
*
* *
La Rosa y la Cruz son símbolos que se entretejen en el telar del occidente
europeo, donde en los albores del siglo XVII gobiernan Federico V y la que fue
princesa de Inglaterra, Isabel, a través de quienes, y en el Palatinado
del Rhin, confluyen las diversas expresiones de la Tradición, expresándose
la unidad cabalista, cristiana y hermético-alquímica, esta última
reelaborada por el Islam a su paso por Alejandría.
Herencia que recibe Christian Rosenkreutz, personaje legendario, y como tal, referido
directamente a la historia sagrada de la humanidad; vivió en Damasco, Jerusalén,
Arabia, Egipto, Libia, Túnez y España; recogiendo en estos viajes,
emprendidos desde Alemania, la antigua sabiduría de Pitágoras, de
la Cábala y de la Tradición Hermética, conservadas por el
esoterismo árabe en el Liber Mundi que él traduce al latín.
Christian Rosenkreutz, hilo conductor de la leyenda de las Bodas Químicas,
atribuido a Valentín Andreas. Escrito que apareció poco después
de la Fama Fraternitatis y de la Confessio Fraternitatis, por quienes se manifestó
públicamente la Orden de la Rosacruz.
En las Bodas se cuenta el viaje de un peregrino, quien tras la invocación
de Sabiduría e Inteligencia, dice:
"Después me preparé para el viaje; vestí mi ropa de
lino blanco y me ceñí una cinta color rojo sangre dispuesta en cruz
que pasaba por mis hombros. Até cuatro rosas rojas en mi sombrero, esperando
que todas estas señales servirían para que se me distinguiera rápidamente
entre la muchedumbre. Como alimento tomé pan, sal y agua."
Así, parte invitado para asistir como testimonio a las bodas reales entre
Sponsus y Sponsa. El enlace se festeja en siete días, tiempo en que los
invitados visitan el castillo, descubriendo en sus estancias, maravillosas obras
de arte, asistiendo también a las representaciones teatrales "de los
músicos, cómicos, trágicos y habilidosos actores de la época".
Prefigurándose en siete actos, el despliegue en acción de las fases
alquímicas, en las que se desenvuelve toda la obra hasta su consumación
por la reunión de los esposos, del Azufre y del Mercurio, en la Sal.
También por aquel entonces, en 1613, tuvieron lugar las bodas reales entre
Federico e Isabel, siendo celebradas a través de diversos festejos, que
incluían representaciones teatrales a cargo de actores ingleses que daban
vida a los personajes de Shakespeare, siendo escenificadas por Iñigo Jones
en los jardines del palacio de Heidelberg. Organizados y musicados ingeniosamente
en el arte de la proporción y de la perspectiva, según la ciencia
matemática, por el que fue jardinero palatino y arquitecto Salomón
de Caus; en estos jardines se incluían grutas, fuentes, laberintos y estatuas
parlantes que emitían sonido al recibir los rayos del sol. Conjugándose
la técnica al servicio de la obra de arte, simbolizando estados de la mente
que conducen a lo mítico y suprahumano.
En Fama Fraternitatis, primer manifiesto rosacruz, la hermandad es anunciada por
las trompetas que a los cuatro vientos dan noticia de la Reforma del conocimiento
universal, dirigida "a los regentes, órdenes y hombres de ciencia
de toda Europa", invitados a leer el Liber Mundi o regla de todas las artes,
como se dice hiciera Paracelso. Libro inmemorial, cuyas enseñanzas los
hermanos difunden por todo el continente y cuyo secreto conservan en la cripta
en la que yace Christian Rosenkreutz y donde se guarda la Tradición misma
confiada a Adán después de la caída y que siendo transmitida
por Enoc, Abraham, Moisés, Salomón, Pitágoras, y Platón
fue perpetuada por los diferentes maestros continuadores hasta hoy.
Puerta de la cripta en cuyo dintel figura la inscripción "me abriré
dentro de ciento veinte años", sucedidos los cuales es descubierta
en el relato de la Fama. Cripta descrita como un recinto abovedado en heptaedro
con un sol brillante en todo lo alto sobre un altar central a la vez que sepulcro
en el que está el cuerpo incorrupto de C. R. en cuyas manos se halla un
libro en pergamino en letras de oro llamado T, el tesoro más preciado,
después de la Biblia. Las paredes de la cripta, subdivididas en campos
cuadrangulares cubiertos por inscripciones en figuras y sentencias, dan paso por
sendas puertas a unos cofres que contenían objetos diversos: "todos
los libros que poseemos y, además, el 'Vocabulario' de Teoph. P. ab Ho.
y diferentes escritos que no cesamos de difundir lealmente, entre otros su 'Itinerario'
y su 'Vida', fuente principal esta última de todo lo que precede".
"Otro cofre contenía espejos de propiedades múltiples, campanillas,
lámparas encendidas, compendios de cantos maravillosos, dispuesto todo
de tal manera que, si la orden o la fraternidad entera vinieran a desaparecer,
todo se pudiera reconstituir aunque pasaran varios siglos, sobre la única
base de esta sala abovedada".
*
* *
La Fama Fraternitatis fue traducida a seis lenguas y la Confessio al latín,
exhortándose en esta a los hombres de ciencia europeos "para que sometan
su arte a un examen preciso y riguroso, antes de comunicar con la hermandad y
a través de obras impresas el resultado de sus meditaciones".
Cabe decir que aquel legado contribuía a amalgamar en un vasto movimiento
de reforma cultural, toda una profusión de saberes que devenían
dispersos e inconexos en una época de recientes descubrimientos geográficos
y científicos, tributarios por otra parte, de un racionalismo que dejaba
de reconocer los principios comunes en que descansa toda ciencia de corte tradicional.
Ello mismo era ejemplificado en la narración de las Bodas de C. R. cuando
en el vestíbulo de la entrada a Palacio algunos invitados conversan entre
la vanagloria y presunción, mientras discuten y divagan sobre puntos de
vista cuyo miope exclusivismo hacía irreconciliables.
Apertura de la cripta y con ella de una puerta que da acceso al saber inmemorial,
a la vez que sentido profundo a las nuevas ciencias es una idea que encontramos
ilustrada en la obra de H. Khunrath, el Anfiteatro de la Eterna Sabiduría.
Texto constituido por los comentarios al Libro de Proverbios y al Libro de la
Sabiduría de Salomón, junto a doce planchas, nueve de las cuales
resumen la ciencia hermética tras el velo de la simbólica cristiana
y cabalista.
En la plancha número cuatro podemos contemplar la figura del Cristo, encarnación
del Verbo, aureolado por una rosa de cinco pétalos en quien están
grabadas las letras del Nombre Sagrado I H S V H, centrando la entera manifestación,
y que procede del triángulo que corona la esfera y que contiene el Tetragrama,
símbolo del Todo, dispuesto a la vez como Tetraktys pitagórica.
Se dice que Khunrath visitó al sabio John Dee, a la sazón viajero
por Alemania en su camino de retorno desde Bohemia a Inglaterra.
John Dee, cabalista cristiano en la tradición de Pico, Reuchlin, Agrippa,
Giorgi y Durero. Sabio matemático que prologó la traducción
de los Elementos de Euclides a la lengua inglesa, donde se explicita la importancia
del número como "modo de investigar que permite comprender cualquier
cosa que pueda ser conocida". Estudioso de la teoría de la proporción
y de la perspectiva geométrica según el arte del romano Vitruvio,
aplicó la ciencia matemática a las artesanías de su tiempo,
refiriéndose también a una más alta matemática al
servicio de la invocación a los intermediarios divinos, aspecto este en
resonancia con la Cábala llamada "luriánica" centrada
en Galilea alrededor de Isaac Luria y que en el siglo XVII difundiría por
Europa alcanzando la Bohemia donde reinaba Rodolfo II el que fue gran protector
de la Cábala y de la Alquimia.
Símbolo de la sabiduría tradicional que sintetiza ambas ciencias
es el de la Monas Hieroglyphica que muestra el despliegue del Ser en los tres
mundos, combinando el septenario de los planetas y la triunidad de sus principios
en el hieroglifo Monas o signo sagrado de la unidad. Llave a su vez, por quien
hallan su mutua correspondencia los números, la geometría, la gramática,
la astrología y la alquimia quienes, reflejando simbólicamente el
orden universal nos acercan a su sabiduría.
Símbolo hermético que, como en la obra de Khunrath, encontramos
también grabado en las Bodas Químicas de Andreas, a la vez que se
describe también en un tratado anexo e introductorio a la Confessio y que
lleva por título Breve consideración de la filosofía más
secreta.
Símbolo que enlaza reunidos la Cábala, el Hermetismo y el Cristianismo.
Los que fluyendo desde oriente y occidente vuelcan todo el contenido simbólico
que impregna la atmósfera del Palatinado del Rhin. Y ello a través
de diversas obras entre cuyos autores son de destacar a Robert Fludd, venido desde
la corte de la Inglaterra Isabelina y a Michael Maier, médico de Rodolfo
II rey de Bohemia, los que correspondiendo al ofrecimiento de la Fama Fraternitatis
hallaron la oportunidad de que sus trabajos fueran grabados por Mateo Merian y
editados en los talleres de Teodoro de Bry.
Robert Fludd compuso La historia del macrocosmos y el microcosmos en la que se
ilustran las obras de Dios, en su creación de la naturaleza y las del hombre
en Artes y Ciencias que, contempladas como imágenes reflejas de aquella,
llevan al conocimiento de sí mismo.
Robert Fludd, Utriusque cosmi historia
T. II, Oppenheim 1619
El macrocosmos es representado en la serie de láminas II, III y IV, donde
en la primera el Logos o Verbo luminoso desciende desde las profundidades insondables
hasta la tierra, en un vórtice espiral, recorrido por el número
veintidós y las correspondientes letras del alfabeto hebreo; junto a su
disposición ordenada en palabras latinas, desde la Mens Divina, principio
de las 9 primeras emanaciones, al Zodíaco de las estrellas fijas, el septenario
de los planetas y los 4 elementos de la materia.
En la lámina III hallamos la emanación del Verbo en lo supraceleste,
lo celeste y lo elemental o terrestre en tres círculos concéntricos
que indican respectivamente a los ángeles, al círculo zodiacal y
planetario y a los elementos con la tierra en su centro y jardín del Edén
donde se hallan el hombre, la mujer y la serpiente.
Robert Fludd, Utriusque cosmi historia
T. I, Oppenheim 1617
En la lámina IV titulada "Espejo de toda la Naturaleza e Imagen del
Arte", los ámbitos ya descritos se encuentran precisados en un conjunto
de círculos concéntricos emanados del Sagrado Tetragramaton, el
nombre impronunciable I H V H, donde asimismo figuran las Jerarquías Angélicas
correspondientes al mundo de lo supraceleste, el cielo estrellado que contiene
a los siete planetas del ámbito celeste, desde Saturno a la Luna y de aquí
al mundo terrestre y elemental que, por los círculos del agua y de la tierra
da lugar a los reinos animal, vegetal y mineral, bajo la simbólica emblemática
correspondiente a cada figura, en toda las variedad de los mismos, en correspondencia
con las artes y ciencias que los estudian. A continuación, las artes liberales,
reflejos del mundo planetario, cuya analogía establece el mismo hombre,
quien sentado en el globo de la tierra, mide comprendiéndolo con un compás
en la mano la bola del mundo. Y todo ello, por el intermedio del ligamen o cadena
áurea, que podemos observar va del Supremo y Desconocido a la Naturaleza
personificada en La Mujer Virgen y Madre universal y desde ella al sol iluminador
del mundo creado y a la luna, su espejo, por medio de quien la misma naturaleza
liga con su imitador, el Arte, que es el reflejo de sí misma.
En cuanto a la lámina que representa al microcosmos y que abre la portada
general de la obra de Fludd, se ve al hombre incluido en el Universo como un pentagrama
de cinco miembros, que está constituido según los signos zodiacales
y sus regentes planetarios. Centrado su abdomen en la perspectiva de lo material
y elemental -agua y tierra,- su tórax en el círculo del aire y su
cabeza en el del fuego. La cual se abre a las más elevadas facultades que
se leen como Ratio, Intelectus y Mens, en la jerarquía de las emanaciones,
por las que se llega al conocimiento intuitivo de la naturaleza del Alma universal
y a la consciencia del Sí Mismo.
Por su parte Michael Maier fue el autor de Atalanta Fugiens, libro en cincuenta
láminas, que ilustra el proceso alquímico de transmutación
del alma establecido a través de la armonía de los sentidos más
elevados, como son la vista, la inteligencia y el oído, los que operan
la clave proporcionada por los emblemas, epigramas y partituras que contiene el
libro, en un mismo movimiento acompasado por el texto, la imagen y el sonido musical.
Simbólica cabalista, hermética y cristiana, manifestada también
en la tradición de la Ciudad Ideal, que desde La República de Platón
recorrió todo el orbe europeo en escritos como La Ciudad Ideal por Abu
Nasr al Farabi, la Utopía por Tomas Moro, la Nueva Atlántida por
Francis Bacon, la Aurora por Jacobo Boehme, la Ciudadela del Sol por Tomaso Campanella,
Las Islas Afortunadas por Ben Jonson y Christianopolis en el caso de V. Andreas.
Todas ellas, en la perspectiva de la visión paradisíaca, la de la
Jerusalén Terrestre hecha según el modelo Celeste, que se encuentra
en los mitos de toda tradición, signando el comienzo tanto como el fin
de todo ciclo temporal.
La Ciudad, simbólica, se establece alrededor de un templo circular, rodeado
por cuatro cuadrados concéntricos, organizando su vida de acuerdo al saber
de Dios o Teosofía que inspira el culto del Arte y la Ciencia. Con aplicación
de todo ese caudal de conocimiento por los artesanos, de quienes se dice que "son
casi todos ellos hombres cultos, cosa que propicia muchos descubrimientos, pues
a los obreros se les permite expresar y cultivar su talento inventivo", colaborando
en la práctica de la agricultura y en toda obra de utilidad pública.
Enseñándose además ciencias naturales y medicina, la ciencia
de los astros y la alquimia de los remedios.
Bajo el signo de la Rosa-Cruz concluye un capítulo de la historia cerrado
por el debate entre las fuerzas reformistas y contrarreformistas que, divididas
al norte y al sur de Europa disputábanse el predominio del poder temporal.
Disensiones que dieron lugar a la invasión de Bohemia, donde Federico e
Isabel reinaron brevemente a la muerte de Rodolfo II, afectando también
al Palatinado del Rhin que quedó destruido por las fuerzas ocupantes al
comienzo de la guerra de los treinta años.
A partir de aquel momento toda la riqueza de la simbólica alquímico-hermética,
cabalístico-cristiana, recogida por los rosacruces, encuentra acogida en
las logias de los constructores de templos, que en Warrington, Inglaterra, reciben
a Elias Ashmole en 1646. Por medio de quien se establece una síntesis y
también readaptación a los nuevos tiempos, con énfasis en
el simbolismo operativo, en el que se lleva a término la construcción
de gran número de templos que guardan en su configuración, el depósito
de todo aquel saber universal, operado en el entendimiento de la letra y del número,
del nombre y de la forma, vehículos míticos, simbólicos y
operativos por mediación de quienes, la Orden se regenera permanentemente
y que son mensajes o legados de la tradición a resguardo de toda mirada
profana.
Templos masónicos fundados en la fraternidad habida entre aprendices, compañeros,
y maestros, en el desbastado, pulido y colocación de la piedra, ofreciendo
el fruto de sus trabajos "A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo",
principio arquetípico traductor de una idea universal presente en la memoria
y esoterismo de toda forma tradicional.
Por otra parte, el mundo moderno vive en la triste situación de no saber
quién es, de dónde viene y a dónde va, por haber perdido
el sentido al que remiten estas preguntas.
En cuanto a esto la obra de René Guénon significa para occidente,
el redescubrimiento de las raíces tradicionales que le sustentan, oscurecidas
en el decurso de la historia por acontecimientos que se remontan a la desaparición
de la orden del Temple en 1314. Raíces que vienen a sernos restituidas
en el recuerdo y memoria que del mismo orden universal nos aportan las tradiciones
del oriente, a las que, por cierto, no se trata de imitar en sus formas propias,
puesto que pertenecen a un mundo que nos es ajeno en cuanto a su raza y mentalidad,
como advierte R. Guénon en Oriente y Occidente o en La crisis del Mundo
Moderno.
En este sentido recordamos los "Diálogos" de Platón, aspectos
de la enseñanza hermética y símbolos celestes y terrestres
de lo supraceleste, en cuanto transmisores y hermeneutas simbólicos de
la Sabiduría de la Antigüedad Griega, de Pitágoras y de Apolo,
de Egipto y de la Atlántida. Diálogos establecidos entre lo supraindividual
y lo individual, entre la inteligencia y la razón; que se remontan a un
origen mítico reconocido por toda tradición. No obstante parece
que el mito en los Diálogos yace recubierto de polvo en los estantes de
la filosofía considerada solamente como un modo del saber reducido a lo
racional y que reduce el contenido de la obra platónica a lo que desde
aquel punto de vista pueda parecer.
Sin embargo, la verdad es que por la lengua del "mito" y del "logos"
platónico se estableció en gran medida el diálogo entre las
diversas formas de la Tradición de Occidente, tanto en la edad antigua,
en la Edad Media, así como en los tiempos renacentistas.
Las mismas Ideas como vehículos de conocimiento, traducción de los
números y de los mitos de la antigüedad, encontraron sus versiones
al latín, al árabe, al hebreo y al griego.
Redescubrir la antigua sabiduría que emana de los Diálogos, puede
ser todavía una última sorpresa que nos depare Platón.
Occidente debe pagar su propio rescate si es que quiere cruzar las aguas de la
muerte para así cumplir con la posibilidad de su propia regeneración.
Más de esas Ideas formuladas en la historia, impresa en la memoria de la
humanidad, hemos de reconocer que el hombre en su estado actual, apenas si sabría
algo sin la contribución, para muchos providencial, de la Obra de R. Guénon.
Y ello, en un momento histórico de crisis en el que sigue siendo preceptiva
la afirmación de "lo que es" a través de la negación
de "lo que no es". Método de trabajo riguroso que conduce a la
iniciación en los misterios del Ser, la que es promovida en el seno de
las organizaciones iniciáticas, transmisoras de la enseñanza simbólica
que en sus mitos y ritos, esclarecen e iluminan la conciencia del recipiendario.
Aquí y para acabar venimos a hacer memoria de lo que decíamos al
principio de este artículo sobre el viaje de la existencia, cuyo propósito
es el de revivir y refrescar un Antiguo Saber, capaz de dormir con encantamientos
a la mente distraída, monstruo de la letra muerta, que parece vivir en
el "afuera" ignorante del dentro. Atravesado por las voces transformadoras,
ángeles o mensajeros del conocimiento, que transportan más allá
de lo humano y que son reminiscencias que promueven una anamnesis o no olvido,
no sueño, no muerte. Un despertar y una regeneración. Cantos a la
memoria desde la dignidad de sus orígenes y símbolos de lo inexpresable,
de lo más valioso, de la perla o tesoro único a rescatar del olvido
-Amnesia- del sueño -Hypnos- o de la muerte -Thanatos-.
Recordemos a propósito de ello lo que nos dice el Himno de la Perla conservado
por escrito en las Actas de Tomás, del que una de sus versiones traduce:
"Un príncipe llega al Oriente para buscar en Egipto 'la perla única
que se encuentra en medio del mar rodeada por la serpiente del silbido sonoro'.
En Egipto fue capturado por los hombres del país. Le dieron de comer de
sus comidas y el príncipe olvidó su identidad. 'Olvidé que
era hijo de rey y servía a su rey y olvidé la perla por la cual
mis parientes me habían enviado, y por el peso de su comida caí
en un profundo sueño'. Pero los parientes se enteraron de lo que le había
sucedido y le escribieron una carta. 'De tu padre, el rey de reyes, y de tu madre,
soberana del Oriente, y de tu hermano, nuestro segundo hijo, ¡salud! Despiértate
y levántate de tu sueño, y escucha las palabras de nuestra carta.
Recuerda que eres hijo de rey. Considera en qué esclavitud has caído.
Acuérdate de la perla por la cual fuiste enviado a Egipto'. La carta voló
como un águila, descendió sobre él y se hizo palabra. 'Con
su voz y su zumbido me desperté y salí de mi sueño. La recogí,
la besé, rompí el sello, la leí y las palabras de la carta
concordaban con lo que estaba grabado en mi corazón. Me acordé de
que era hijo de padres reales y de que mi alta alcurnia afirmaba su naturaleza.
Me acordé de la perla por la que había sido yo enviado a Egipto
y me puse a encantar a la serpiente del silbido sonoro. La dormí con encantamientos,
después pronuncié sobre ella el nombre de mi padre, me traje la
perla y me impuse el deber de volver a la casa de mi padre'."
Debemos terminar aquí, no sin antes advertir que seguramente, además
de las expuestas, podrían haberse citado otras fuentes y autores de referencia;
no obstante nos parece que las figuradas en esta ocasión no menguan en
su interés y poder evocador, por cumplir con la función de ser vehículos
intermediarios y conductores hacia un único y mismo fin, simbolizado en
el Adagio hermético de Apolo:
"Conócete a tí mismo y así conocerás al universo
y a los dioses."
BIBLIOGRAFIA
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Mallorca 1961.
El Libro de la Orden de Caballería. Ramón Llull. Alianza Editorial,
Madrid/Enciclopedia Catalana, Barcelona 1986.
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1985.
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1983.
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Ed. Obelisco, Barcelona 1982.
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