AKHENATÓN, EL FARAÓN SOLAR
Por Carmelo Ríos
El gran faraón Akhenaton y su esposa Nefertiti, de la XVIII dinastía
(catorce siglos antes de Jesucristo) y en cuyo reinado Egipto tuvo un extraordinario
florecimiento- como todas las culturas adoradoras o seguidoras de la Religión
Solar instituyeron el culto a Atón, en desigual lucha contra el politeísmo
y el poder terrenal de los sacerdotesmagos, y a menudo brujos, de Amón.
Pero el gran Akhenatón no hizo sino reinstaurar el Culto Solar que
era antaño practicado por sus antepasados, los atlantes, en la isla
de Ruta y de las dinastías de los reyes-pontífices. Nos dice
Jean-Michel Angebert en su célebre obra Los Místicos del Sol,
que "Solamente La noción del disco solar que toma sus fuentes
de aquella Atlántida tan ignorada, corresponde admirablemente al
legado común de un concepto civilizador único y válido
para todos los pueblos". (2)
Trasladó su sede de la oscura Tebas a la antigua Tel-El-Amarna, que
reconstruyó y rebautizó con el nombre de Akhet-Atón
("Gloria a Atón") un monumental conjunto de palacios, jardines,
estanques y templos, tan irreal-cuentan los biógrafos- como un espejismo
en el desierto- y desde allí eliminó el culto politeísta
a Amón, arrebatando a los sacerdotes el poder de ejercer como intermediarios
divinos, eliminando todo simbolismo, excepto el disco solar, todo soporte
intelectual, toda forma de ritual a dioses de piedra . Atón era adorado
directamente, sin mitología, sin leyendas, sin teologías,
y no en la oscuridad de los templos, entre las columnas o en la criptas
secretas, sino a pleno día, y representado como un Sol dorado que
extiende sus manos hacia abajo, protegiendo, bendiciendo y aportando la
vida, que a menudo se representa en ese símbolo como una cruz de
anj. En realidad, Aton, la luz visible, era el símbolo de la luz
invisible del Sol Interno, Atum, luz materializada, manifestada en la forma,
concretizada en lo orgánico o en lo biológico, y el encuentro
con esa luz secreta por el metafísico proceso de la Iniciación
a los Misterios, daba acceso a la energía vital y luminosa de Dios,
una luz invisible e inmortal que hace posible la existencia de la vida,
la inteligencia y la comprensión.
El faraón podía dedicarse en su ciudad sagrada a la adoración
de la Luz, reanudando así la mística solar de los Iniciados
de todos los tiempos y recuperando el contacto con la Tradición Primordial
heredada de los reyes-hierofantes atlantes, una reencontrada religión
cósmica (del latín re-ligare) de la Vida y del Hombre, un
culto directo 7 a la energía cósmica de la que el propio Akhenatón
decía estar poseído. En su célebre Himno al Sol escuchamos
resonar los acordes de la primitiva religión solar:
"Bello es tu aparecer en el horizonte del cielo, ¡Oh, Atón
vivo, principio de la vida!
Cuando tú te alzas por el oriente lejano,
llenas todos los países con tu belleza.
Grande y brillante te ven todos en las alturas;
tus rayos abarcan toda tu creación,
porque eres Ra, y por ello lo alcanzas todo,
y dominas todas las tierras para tu amado hijo. Aunque estás lejano,
tus rayos llegan a la tierra; aunque bañas los rostros, nadie conoce
tus designios. Cuando te ocultas por el horizonte occidental, la Tierra
se oscurece, como si muriese.
Duermen las criaturas sin ver nada en torno, como si les hubiesen tapado
la cabeza.
Al alba, cuando te encumbras por el Oriente,
cuando resplandeces como el Atón del día,
disipas la oscuridad y lanzas tus rayos.
El Alto y el Bajo Egipto festejan tu llegada,
despiertos y erguidos sobre sus pies,
pues has sido tú quien los ha levantado,
y ellos, desnudando y lavando su cuerpo,
elevan sus brazos hacia ti en oración".
La época de Akhenatón constituyó una verdadera revolución,
una liberación intelectual, moral y espiritual surgida de un elevado
ideal de paz y de amor universal, de adoración directa a la Luz Divina
sin intermediarios, que es en verdad el núcleo de la Religión
del Universo, y fue por ello un tiempo de creación, de revelaciones,
de grandes descubrimientos en todos los campos del saber y de expresión
de la belleza del alma humana, como muchos siglos después lo fuera
el Renacimiento europeo, alejado del poderío oscuro de las iglesias
de la culpa y del temor, un tiempo de amoroso acercamiento a la Naturaleza
y del resurgir de los grandes genios de la Humanidad que se alejaron de
la ortodoxia religiosa o pseudo-científica, hechas ambas de supersticiones
y supercherías, y volvieron al origen, a la Religión Natural
del Hombre, y a estudiar las obras de los clásicos griegos y egipcios.
Pero como la gran mayoría de los discípulos o mensajeros de
la Luz, Akhenatón no tardó en atraer el ataque de las oscuras
fuerza que se oponen al despertar y al florecimiento de luz del alma humana,
y com fue el blanco del odio de los sacerdotes de Amón, que veían
terminarse su tiempo de prerrogativas y poderío, y perder así
susprivilegios. Los sacerdotes oscuros de Amón emprendieron uma cruzada
contra los liberales ideales de Akhenatón, los templos fueron destruidos,
sus relieves cincelados, seguramente su mausoleo (que jamás ha sido
descubierto) fue profanado y sus restos dispersos, como el cuerpo desmembrado
de Osisris por su pérfido hermano, Seth. Sus enseñanzas y
memoria fueron maldecidas y sus enseñanzas desprestigiadas y corrompidas,
y se volvió -¡hasta hoy en día¡- al culto horizontal,
politeítsa y atemorizante de Amón, con otros nombres y formas
externas, quizás a la espera de que su esposa, Isis recupere pacientemente,
fragmento a fragmento el cuerpo místico de su divino esposo, Osiris,
en esta época de grandes revelaciones espirituales que nos llega,
de exaltación y liberación del principio femenino de La divinidad,
de un renovado sacerdocio vertical de lo femenino em armonía con
la Naturaleza y con ello el retorno al culto de los Misterios Solares.
Sin embargo de todos los faraones de Egipto, el más venerado, El
más amado, el más admirado y seguido por los herederos de
lãs Escuelas de los Misterios sigue siendo el misterioso Akhenatón
de cuerpo hermafrodita y su esposa Nefertiti. ¡Akenathon, el reyhierofante,
el sacerdote pontífice de la Luz¡ ¡el heredero espiritual
de las grandes tradiciones solares de la Atlántida¡
LA
RELIGIÓN SOLAR
Muchos de los dioses de la antigüedad eran divinidades solares, como
Zeus, Apolo, Dionisos, Mitra, Orfeo, Adonis, Helios, Febo, Maui, Baal, Quetzalcoalt,
Viracocha, Atis, Osisris y tantos otros. El Islam evoca a la Luz como El-Nur
(la luz de Dios) relacionada con el espíritu, EL-Ruth. Los Cátaros
y los Templarios, herederos a su vez de las grandes tradiciones gnósticas
esenias, mandeanas, sufíes, nestorianas, maniqueas, eran seguidores
de la Religión de la Luz, y por ello solo creían en el misterioso
e iniciático Evangelio de Juan, el único Evangelio canónico
que habla del Verbo Creador y que define al Cristo como Luz, aunque muchos
Evangelios Apócrifos hacen la misma afirmación.
¿Cuando se perdió para la Humanidad el culto a la Luz y al
Sol dador de vida?. ¿Cuándo comenzaron a ceñirse sobe
nosotros las sombras de las religiones del miedo, del sufrimiento y de la
culpa, institucionalizadas por los nuevos sacerdotes de Amón, reconvertidos,
disfrazados y ocultos en un poderoso clero en el seno de otras religiones
institucionalizadas, ajenos a la belleza, a la libertad, a la alegría
y al amor verdadero que es la herencia cósmica insertada en el alma
del ser humano, condenados a un sombrío purgatorio moral que nos
aleja de la luz y del verdadero amor?. ¡Cuando el Emperador Constantino
instituyó a sangre y fuego contra los "paganos" (los creyentes
y seguidores del Culto Solar) su propio y pervertido Cristianismo, impuesto
como religión de estado con el Edicto de Milán en al año
313, tergiversado y separado aun mas de la Luz del Cristo por el Concilio
de Nicea en el 32, donde fue manipulado, corrompido desde sus raíces
y adaptado a las necesidades temporales del poder del Imperio Romano y de
las Iglesias de Piedra durante milenios. ¡Cuando fueron masacrados
los sacerdotes-iniciados de Heliópolis, y los sabios helénicos,
acusándoles de magos y de brujos paganos¡. ¡Cuando la
biblioteca de Alejandría fue saqueada y quemada por sucesivos sátrapas,
líderes militares y fanáticos hasta que el Teodosio ordenó
su destrucción total y la de los 10 templos adyacentes en el año
391¡ ¡Cuando bajo su imperio, en el 394 A.C, fue extinguido
el fuego sagrado de Vesta que se había mantenido encendido durante
milenios¡ ¡Y por fin, cuando el Papa Inocencio III y el infame
rey de Francia, Felipe el Capeto, en el siglo XIII, decretó una sangrienta
cruzada capitaneada por Simón de Monfort contra la herejía
cátara -los descendientes legítimos del verdadero cristianismo
y de la Religión Solar- en las pacíficas y espirituales tierras
de Occitania¡.
El verdadero mensaje de Amor, de Vida y de Luz del Cristo, reflejo aquí
en la Tierra de la Gran Religión Cósmica del Bien que está
en los Cielos, hijo legítimo de las grandes tradiciones adoradoras
de la Luz, es re-descubierto ahora a la lumbre de los Papiros del Mar Muerto,
escritos en cóptico, arameo y griego (seguramente las lenguas de
Jesús), encontrados en las grutas de Kum-Ram y Nag-Hammadi, cuyo
estudio no dejaremos de recomendar al sincero buscador.
LA
MÍSTICA SOLAR
Reflexionaremos ahora sobre un hecho revelador: en estas avanzadísimas
religiones solares vinculadas con el fuego y la Luz, y por tanto aparentemente
masculinas desde un punto de vista energético, el culto era realizado
por sacerdotisas o mujeres-magas, y que estas grandes tradiciones espirituales
solares fueran simultáneamente las mayores adoradoras del agua, del
umbrío del bosque, de las cimas, de los mares, de la Naturaleza,
y en resumen, de lo Femenino Ambiente Omnipresente -parafraseando a Theilard
de Chardin- a la que veían como el cuerpo visible de la Diosa Madre,
y de la sagrada energía femenina en sus formas simbólicas
de Asherá- la esposa de Yavéh, hecha desparecer por los sucesivos
Concilios de la teología cristiana- de Shakti, Kali, Nyx, Aiti, Thea,
Cibeles, Danna, Agrona, Sulis, Dea Matrona, Uzza, Manah, Al-At, Wikka Diánica,
Magna Mater, Potnia, Durga, Démeter, Atenea, Perséfone, Istar,
Astarté, Maya, María, Pachamama, Laskmini, Parvati, Eurídice,
Gaia, Gea, Isis, Tara, Amaterasu o Sophía, todas ellas símbolos
de la Luz maternizada, materializada y hecha cuerpo en lo biológico
tangible, como expresiones de la vibración protectora, maternal,
sustentadora y generadora de Dios, y como formas concretas de energías
y fuerzas cósmicas vivientes que expresan o corporeizan en lo orgánico
la dimensión, polaridad o expresión femenina de la divinidad.
En el Hinduísmo, existe el culto al Sol Visible, Surya, y a su vez
al "morador del Sol" (equivalente al Logos Solar Pitagórico)
o Surya-Naryana. Pero sobre todo, al Sol Central Espiritual, "el sol
invisible que el sol visible oculta" o Adhity. Los grandes mantrams
védicos como el Gayatri mantra o el Aditya-Hridayam-Stotra, el "Himno
a la esencia del Sol" del Ramayana de Valmiki, evocan e invocan constantemente
a ese Sol Interior, Invisible e Inmortal. En esta muchas veces milenaria
Tradición se presta un culto preponderante a la energía femenina,
o a la expresión húmeda, protectora, fértil y maternal
de la vibración o energía de Dios, o Shakti, en su forma visible
en la Naturaleza Prakriti. Recordemos que el Espíritu Santo del Judeo-Cristianismo
o Kadosh-ARuach, era definido antaño como de polaridad femenina,
y que los "hijos" de todas estas diosas y dioses de la Luz, los
Iniciados en el Culto Solar, eran considerados como encarnaciones del conocimiento
y la sabiduría, que fueron los maestros, guías y avatares
de la Humanidad. En el ritual sagrado de estas profundas tradiciones espirituales
se habla a menudo de la luz, se invoca a la luz, se anhela vehementemente
la luz; hay luces en el altar, en fuego santo, en las palabras, en los mantrams,
en las oraciones y en las invocaciones, y hay llamas ardientes en el corazón
del templo que es la gruta secreta del cuerpo humano. Hay luz por todas
partes en la gran metrópoli gótica, en la tekia sufí,
en el templo cristiano, en el santuario natural del bosque, en el círculo
megalítico, en la cúspide de la pirámide, en el fuego
interno de la Diosa Madre, y en las palabras del rito de pase, ,en el ritual
de iniciación, en los símbolos, en los gestos secretos, en
los signos misteriosos. Hay una luz viva en el alma del iniciador y de los
Iniciados, de los hierofantes y de los oficiantes, y cada nuevo iniciado
aporta su verbo, que es su verdadera luz. Por todo lo dicho podemos afirmar
que el culto y la veneración al Sol y a la Luz es la Religión
Original del ser humano.