Monoteísmo
Y Angelología
René Guenon
Lo que anteriormente
hemos dicho permite comprender cuál es la naturaleza del error que
es susceptible de dar nacimiento al politeísmo: éste, que
en suma no es sino el caso más extremo de la "asociación"
(1), consiste en admitir una pluralidad de principios considerados como
completamente independientes, cuando en realidad ni son ni pueden ser sino
aspectos más o menos secundarios del Principio supremo. Es evidente
que ello no puede ser mas que la consecuencia de una incomprensión
de ciertas verdades tradicionales, precisamente aquellas que se refieren
a los aspectos o a los atributos divinos; tal incomprensión es siempre
posible en individuos aislados y más o menos numerosos, pero su generalización,
correspondiendo a un extremo estado de degeneración de una forma
tradicional en vías de desaparición, ha sido sin duda de hecho
mucho más extraña de lo que de ordinario se cree. En todo
caso, ninguna tradición, sea cual sea, podría, en sí
misma, ser politeísta; es invertir todo orden normal el suponer un
politeísmo en el origen, siguiendo las opiniones "evolucionistas"
de la mayoría de los modernos, en lugar de no ver ahí más
que simplemente la desviación que en realidad es.
Toda tradición verdadera es esencialmente monoteísta; para
hablar de manera más precisa, ella afirma ante todo la unidad del
Principio supremo (2), del cual todo deriva y depende por completo, y es
esta afirmación la que, en la expresión que especialmente
reviste en las tradiciones con forma religiosa, constituye el monoteísmo
propiamente dicho; pero, con la reserva de esta explicación necesaria
para evitar toda confusión de puntos de vista, podemos en suma ampliar
sin inconveniente el sentido del término monoteísmo para aplicarlo
a toda afirmación de la unidad principial. Por otra parte, cuando
decimos que es monoteísmo lo que necesariamente había en el
origen, es evidente que esto no tiene nada en común con la hipótesis
de una pretendida "simplicidad primitiva" que sin duda jamás
ha existido (3); por otra parte, basta, para evitar todo equívoco
a este respecto, observar que el monoteísmo puede incluir todos los
posibles desarrollos acerca de la multiplicidad de los atributos divinos,
y también que la angelología, que está estrechamente
conectada con esta consideración de los atributos, tal como anteriormente
hemos explicado, ocupa efectivamente un lugar importante en las formas tradicionales
donde el monoteísmo se afirma de la manera más explícita
y rigurosa. No hay aquí pues ninguna incompatibilidad, e incluso
la invocación de los ángeles, a condición de considerarlos
únicamente como "intermediarios celestes", es decir, en
definitiva, según lo que ya hemos expuesto, como representando o
expresando tales o cuales aspectos divinos en el orden de la manifestación
informal, es perfectamente legítima y normal con respecto al más
estricto monoteísmo.
Debemos además señalar también, a este propósito,
ciertos abusos del punto de vista "histórico" o supuestamente
tal, tan caro a muchos de nuestros contemporáneos, y especialmente
en lo que concierne a la teoría de los "préstamos"
de la cual ya hemos tenido que hablar en diversas ocasiones. En efecto,
muy a menudo hemos visto a algunos autores pretender, por ejemplo, que los
hebreos no conocían la angelología antes de la cautividad
de Babilonia y que la copiaron pura y simplemente de los Caldeos; hemos
visto a otros sostener que toda angelología, allí donde se
encuentre, tiene inevitablemente su origen en el Mazdeísmo. Está
claro que semejantes aserciones suponen implícitamente que no se
trata más que de simples "ideas", en el sentido moderno
y psicológico de la palabra, o de concepciones sin fundamento real,
cuando, para nosotros como para todos aquellos que se sitúan en el
punto de vista tradicional, se trata por el contrario del conocimiento de
un determinado orden de realidad; no se ve del todo por qué tal conocimiento
debería haber sido "copiado" por una doctrina de otra,
mientras que se comprende bastante bien que ésta sea, igualmente
y al mismo título, inherente tanto a una como a otra, porque ambas
son expresiones de una sola y misma verdad. Conocimientos equivalentes pueden
e incluso deben encontrarse en todas partes; y, cuando aquí hablamos
de conocimientos equivalentes, queremos decir con ello que en el fondo se
trata de los mismos conocimientos, aunque presentados y expresados de maneras
diferentes para adaptarse a la particular constitución de tal o cual
forma tradicional (5). Se puede decir en este sentido que la angelología
o su equivalente, sea cual sea el nombre por el cual se le designe más
especialmente, existe en todas las tradiciones; y, por ofrecer un ejemplo,
apenas hay necesidad de recordar que los Devas, en la tradición hindú,
son en realidad el equivalente exacto de los ángeles en las tradiciones
judía, cristiana e islámica. En todos los casos, digámoslo
de nuevo, aquello de lo que se trata puede ser definido como siendo la parte
de una doctrina tradicional que se refiere a los estados informales o supraindividuales
de la manifestación, sea de una manera simplemente teórica,
sea con vistas a una realización efectiva de estos estados (5). Es
evidente que esto es algo que, en sí, no tiene la menor relación
con un politeísmo cualquiera, incluso aunque, como hemos dicho, el
politeísmo pueda no ser sino un resultado de su incomprensión;
pero cuando quienes creen que existen tradiciones politeístas hablan
de "préstamos" como aquellos de los que hemos ofrecido
ejemplos hace un momento, parecen querer sugerir que la angelología
no representaría sino una "contaminación" del politeísmo
en el propio monoteísmo. Otro tanto valdría decir que, puesto
que la idolatría puede surgir de una incomprensión de ciertos
símbolos, el propio simbolismo no es más que un derivado de
la idolatría; sería éste un caso totalmente similar,
y pensamos que esta comparación basta plenamente para hacer aparecer
todo el absurdo de tal manera de considerar las cosas.
Para terminar estas observaciones destinadas a completar nuestro anterior
estudio, citaremos este pasaje de Jacob Boehme, quien, con la terminología
que le es particular y con una forma quizá algo oscura, como a menudo
ocurre en él, nos parece que expresa correctamente las relaciones
entre los ángeles y los aspectos divinos: "La creación
de los ángeles tiene un comienzo, pero las fuerzas con las cuales
han sido creados jamás ha conocido principio, sino que asistieron
al nacimiento del eterno comienzo... Han surgido del Verbo revelado, de
la naturaleza eterna, tenebrosa, ígnea y luminosa, del deseo de la
divina revelación, y han sido transformadas en imágenes "creaturadas"
(es decir, fragmentadas en criaturas aisladas) (6). Y, en otro lugar, Boehme
dice todavía: Cada príncipe angélico es una propiedad
surgida de la voz de Dios, y lleva el gran nombre de Dios (7). A. K. Coomaraswamy,
citando esta última frase y comparándola con diversos textos
que se refieren a los "Dioses" tanto en la tradición griega
como en la hindú, añade estas palabras que se adecuan completamente
a lo que acabamos de exponer: "Apenas tenemos necesidad de decir que
tal multiplicidad de Dioses no es un politeísmo, pues todos son los
sujetos angélicos de la Suprema Deidad, de la cual extraen su origen
y en la cual, como tan a menudo se nos recuerda, vuelven a ser uno (8)".
NOTAS:
" Publicado originalmente en Etudes Traditionnelles, París,
octubre-noviembre de 1946.
(1). Hay "asociación" desde el momento en que se admite
que cualquier cosa, fuera del Principio, posee una existencia que le pertenece
particularmente; pero naturalmente, de aquí al politeísmo
propiamente dicho, puede haber múltiples grados.
(2). Cuando se trata verdaderamente del Principio supremo, se debería,
con todo rigor, hablar de "no dualidad", situándose la
unidad, que por otra parte es su consecuencia inmediata, solamente en el
nivel del Ser; pero esta distinción, siendo de la mayor importancia
desde el punto de vista metafísico, no afecta para nada a lo que
aquí hemos dicho, y, de la misma manera que podemos generalizar el
sentido del término "monoteísmo", también
podemos correlativamente, para simplificar el lenguaje, no hablar sino de
unidad del Principio.
(3). Cf. Le Régne de la Quantité et les Signes des Temps,
cap. Xl. Es bastante difícil comprender, por otra parte, cómo
algunos pueden a la vez creer en la "simplicidad primitiva" y
en el politeísmo original, y no obstante es así: es un curioso
ejemplo más de las innumerables contradicciones de la mentalidad
moderna.
(4). Hemos aludido anteriormente a las relaciones que existen entre la angelología
y las lenguas sagradas de las diferentes tradiciones; éste es un
ejemplo muy característico de la adaptación de que se trata.
(5). Se puede citar, como ejemplo del primer caso, la parte de la teología
cristiana que se refiere a los ángeles (y, por otra parte, de manera
más general, el exoterismo no puede naturalmente situarse aquí
más que en el punto de vista teórico), y, como ejemplo del
segundo, la "Kábala práctica" en la tradición
hebrea.
(6). Mysterium Magnum, VIII, 1.
(7). De Signatura Rerum, XVI, 5. Con respecto a la primera creación,
"surgida de la voz de Dios", cf. Aperçus sur l'Initiation,
págs. 304-305.
(8). What is Civilitation? en Albert Schweitzer Festschrift. Coomaraswamy
menciona también, a propósito de esto, la identificación
que Filón establece entre los ángeles y las "Ideas"
entendidas en sentido platónico, es decir, en suma, las "Razones
Eternas" que están contenidas en el entendimiento divino, o,
según el lenguaje de la teología cristiana, en el Verbo considerado
en tanto que "lugar de los posibles".