Joseph de Maistre,
hace poco más de dos siglos, en su Memoria al Duque de Brunswick,
exponía, sobre la Francmasonería, ciertas cuestiones que ningún
masón puede en toda conciencia eludir: "Posiblemente no existe
ningún masón con cierta capacidad de reflexión, que
no se haya preguntado una hora después de su recepción:
"¿Cuál es el origen de todo esto que he visto? ¿De
dónde vienen estas ceremonias extrañas, toda la pompa y boato,
estas grandes palabras, etc...?" Pero después de haber vivido
durante algún tiempo en la orden, se hace otras preguntas: "¿Cuál
es el origen de estos misterios que no encubren nada, de esos tipos que
no representan nada?. ¿Por qué tantos hombres de todos los
países que se reúnen (posiblemente desde hace varios siglos)
para situarse ordenadamente en dos líneas, jurar no revelar jamás
un secreto que no existe, llevar la mano derecha al hombro izquierdo, volver
a ponerla en su lado derecho, y sentarse a la mesa? ¿No es extravagante,
comer y beber
en exceso, sin hablar de Hiram, del Templo de Salomón, y de la estrella
llameante, etc. etc...?" 9
A estas preguntas,
Willermoz -masón eminentemente con "capacidad de
reflexión"- buscó durante largo tiempo y con obstinación
la respuesta. Nos la ha legado; y he aquí su obra, objeto del presente
trabajo.
WILLERMOZ Y
LOS SUYOS
9Mémoire au duc de Brunswick (1782), de J. de Maîstre, Ecrits
maçonniques (Geneve, Slatkine, 1983)
págs. 80-81. Se trata de una memoria dirigida como respuesta a la
consulta general organizada por Ferdinand de Brunswick en el marco de la
preparación del convento de Wilhelmsbad. ¿Quién era
Jean-Baptiste Willermoz? Nacido el 10 de julio de 1730, en Lyon,muerto en
la misma ciudad después de 94 años, el 29 de mayo de 1824,
era el menor de una familia de trece hermanos, de los cuales solamente tres
cuentan en la historia masónica (al igual que en la historia a secas,
puesto que, salvo su existencia, no sabemos nada más de los otros,
excepto que, parece ser, uno de ellos era clérigo):
1º - Su hermana mayor, la futura Sra. Provensal, con la cual su vida
transcurrirá extrechamente ligada. Viuda a los pocos años
de su matrimonio, cuidó del gobierno de la casa a lo largo de un
celibato prolongado hasta que se produjo el matrimonio de Willermoz en 1796
con una huérfana, Jeanette Pascal: el esposo tenía por aquel
entonces 65 años y la esposa 24... La estrecha relación entre
los dos hermanos prosiguió hasta la muerte de la Sra. Provensal en
1810, y todos aquellos que frecuentaron el hogar de Willermoz o residieron
en el algunos días, han guardado de ella el mejor recuerdo, caluroso
y agradecido; como es el caso de Saint-Martín, y
muchos otros. Privilegiada confidente de Willermoz, este no le ocultaba
nada y lo compartía todo con ella, hasta la hizo entrar en la Orden
de los Elegidos Coens de Martínez de Pasqually, donde fue recibida
como "maestro coen", ya que esa Orden era mixta.
2º - El futuro doctor Pierre-Jacques Willermoz (1735-1799), del que
volveremos a hablar más adelante.
3º - Y finalmente Antoine Willermoz (1741-1793), ejecutado durante
el Terror que siguió a la toma de Lyon por la Convención,
después de que la ciudad se sublevara para defender a los Girondinos.
De los dos, Pierre-Jacques parece haber sido el más próximo
a Jean-Baptiste. No obstante, ambos estuvieron asociados de cerca -se quiera
o no, todo prueba que Willermoz tenía una fuerte personalidad dominadora,
por no decir despótica- en sus empresas masónicas y para-masónicas.
Para terminar
con su entorno familiar, apuntamos que el matrimonio de Jean-
Baptiste Willermoz, aparentemente desequilibrado (cuarenta años de
diferencia entre los esposos, aunque la cosa no era tan rara por aquel entonces)
le aportó grandes pesadumbres. No porque fuera desdichado en su vida
matrimonial, antes al contrario, pero al cabo de siete años, en 1804
(Willermoz tenía entonces 74 años) la Sra.
Willermoz dio a luz una niña que sólo vivió algunos
días; al año siguiente alumbró um niño; y, en
fin, en 1808 un parto prematuro le quitó la vida. Así pues,
"después de doce años de felicidad sin queja" (según
sus propias palabras), Willermoz se encontró viudo a los 78 años
con la carga de un niño de 3 años (había nacido el
20 de septiembre de 1805) en quien depositó todas sus esperanzas.
Con vistas a la instrucción futura de su hijo, Willermoz redactó
a la sazón
importantes documentos: nueve cuadernos clasificados en sus archivos bajo
el título
general siguiente: "Instrucción particular y secreta a mi hijo,
para serle comunicada cuando tenga la edad de perfecta virilidad, si es
que entonces se muestra digno de recibirla" (en la actualidad en el
fondo Kloss de la biblioteca del Gran Oriente de Holanda, en La Haya). Estos
textos, en los que Willermoz expone sus concepciones religiosas y metafísicas
-las cuales, como veremos, están estrechamente ligadas- son de un
interés capital, en tanto que se expresa tal como él es, al
no tener necesidad de disfrazar su pensamiento por razones de política
masónica.
Pero he aquí, que el 23 de octubre de 1812, es decir contando solamente
7 años de edad, el pequeño Jean-Baptiste-François de
Sales-Claudius, que parecía lleno de vida (en su carta del 10 de
septiembre de 1810 a Charles de Hesse, Willermoz lo describía como
"muy bien constituido"), muere súbitamente sin que nada
lo dejara preveer. ¡Qué golpe!, para ese anciano de 82 años
que, en el espacio de cuatro años, había perdido a su querida
esposa, a su hermana no menos querida, y finalmente a su hijo, "la
niña de sus ojos" como él gustaba decir.
Por tanto, sólido como una roca, casi ignorante de las enfermedades
-salvo um temblor nervioso de sus manos, aparecido hacia los 70 años
y que se fue agravando hasta el punto de dejarlo prácticamente incapaz
de escribir por sí mismo y obligarlo a recurrir a los buenos oficios
de su sobrino- sobrevivió aún doce años, hasta la edad,como
antes hemos dicho, de casi 94 años.
A partir de aquel momento, ya sin descendencia directa, volvió su
afecto y sus esperanzas, principalmente masónicas, hacia su sobrino,
hijo de Antoine, y que debería ser su ahijado, puesto que también
se nombraba Jean-Baptiste. Este le sirvió a menudo de secretario:
él fue, por ejemplo, quien redactó bajo el dictado de su tío
la larga carta de fecha 10 de septiembre de 1810 por la cual este último
vuelve a ponerse en contacto, después de quince años de interrupción,
con Charles de Hesse, y le da noticias (preciosas para nosotros) del Régimen
Rectificado en Francia:
"Mi mano, después de las fuertes sacudidas morales que he sufrido,
me niega su servicio para toda escritura continuada. Estoy obligado a tomar
prestada la de mi sobrino (a Lilio Albo) hijo de mi hermano (a Concordia),
para escribir bajo mi dictado; siendo Caballero y Gran Profeso, es del único
de quién me puedo servir para mis escritos confidenciales; pero encontrándose
excesivamente ocupado en sus asuntos todo el día, sólo me
puede dedicar de tanto en tanto ciertos momentos siempre demasiado cortos".
Sin embargo, su sobrino no tenía realmente la fibra masónica,
y es de suponer que había aceptado el dejarse iniciar en todos esos
secretos por complacer a su tío. Lo cierto es que éste último
debería verse defraudado en sus esperanzas, puesto que a fin de cuentas,
su heredero masónico fue Antoine-Joseph Pont (hijo de un amigo de
su hermano Antoine, y al único que junto a su sobrino Jean-Baptiste,
inició Willermoz después de la Revolución Francesa).
Es a él, en efecto, a quién hará legatario de todos
sus archivos y documentos.
Para terminar
con la familia Willermoz, y enlazar por ahí con su profesión,
es preciso decir algunas palabras de su padre. Claude-Catherine Willermoz,
oriundo de Saint-Claude, en el futuro departamento del Jura, había
emigrado a Lyon a principios de siglo y ejercía la profesión
de "comerciante de mercería". Los Willermoz son, pues,modelados
por esa "atmósfera" lionesa, de ahí las características
que se revelaron en el carácter de Jean-Baptiste: obstinación,
gusto por el secreto, pero a la vez don de gentes, sentido para los negocios
y para las relaciones...