EL PROCESO DE INDIVIDUACIÓN
José Antonio Delgado Gonzalez
Hagamos un repaso de lo que entendemos por proceso de individuación en psicología analítica, y, pronto, se dejarán entrever sus semejanzas con las lecciones que nos enseñan las aventuras míticas del héroe, los alquimistas, los gnósticos, los místicos y los astrólogos.Cada uno de nosotros posee una naturaleza interna que, en parte, es individual y, en parte, colectiva o común a la especie, tal y como lo expresa Maslow (1998). Naturaleza que debe ser manifestada, a fin de desarrollar el plan que cada uno lleva en sus lares más íntimos.
A esa naturaleza, constituida tanto por el consciente, cuanto por lo inconsciente, Jung la denomina Si-mismo. Así, la individuación podría definirse sucintamente como la realización del Si-mismo. Con demasiada frecuencia tiende a identificarse individualismo con individuación. Y en modo alguno son lo mismo.
El individualismo es una exaltación de las pretendidas peculiaridades, un deseo, a menudo inconsciente, de destacarse excéntricamente de lo que se considera colectivo. Es una mórbida tendencia a acentuar y destacar lo propio, a expensas y, con frecuencia, en contra de las necesidades y obligaciones sociales, llegando, incluso, a pasar por alto las reglas colectivas.
En total contraposición, la individuación es la realización de lo que constituye la naturaleza íntima del individuo. Como muy bien ha expresado la profesora Carmen Velayos (1996), al hablar de la naturalidad de la moral estoica, la individuación sería el equivalente a lo que ella describe como el ideal moral estoico, cuando dice que es un "proceso continuo de autorrealización que no parte de un concepto abstracto de deber, sino de las propias disposiciones naturales humanas, y que no consiste, al fin, en dejar de ser naturaleza para llegar a ser otra cosa, pues el estado más propiamente natural coincide con la meta moral personificada en la figura del Sabio". Y continúa "(la oikeiosis es) aquel proceso por el que reconocemos y ... apreciamos o amamos lo que pertenece a nuestra identidad natural."
Con ello, no sólo se destacan y diferencian las cualidades individuales, que en sí mismas son colectivas, sino que, además, su expresión excelsa repercute en un beneficio social mucho más efectivo. Al tiempo, el individuo se mantiene dentro del equilibrio de energías que gobiernan en el Cosmos-Universo (materia-información), como parte integrante del mismo, estableciéndose una sincronicidad entre organismo y Creador (Delgado, 2000, 2001). Y esto último coincide con la siguiente afirmación de Velayos: "La ética estoica es una ética naturalista que acepta como criterio normativo una disposición natural proclive al desarrollo evolutivo. Más si esto es así (...) es porque dicha disposición pone en contacto al individuo, que es su sujeto, con la finalidad cósmica a nivel global".Por consiguiente, la realización de esas cualidades colectivas en el seno de la individualidad, permite descollar su expresión individual y se desprende, con ello, una eficiente y efectiva ejecución de las obligaciones sociales y universales.
En este sentido, la sociedad se beneficia de la persona individuada, en proporción directa a su autorrealización. Este proceso lleva a un autoconocimiento cada vez más ampliado. De esta suerte, cuando se ha recorrido el primer trecho obscuro, la primera etapa de la noche obscura del alma, para utilizar el lenguaje de místicos como San Juan, y se ha alcanzado un cierto nivel de conciencia, los motivos individuales no reconocidos, tales como situaciones cotidianas que hemos pasado por alto, conclusiones que hemos omitido, estados afectivos reprimidos durante el día o críticas que hemos ocultado; dichos motivos individuales decimos, dan paso a un estrato inconsciente más profundo, basamento del inconsciente personal al que Jung (1997) denominó inconsciente colectivo.Esta conciencia ampliada pone al individuo en indisoluble relación con el mundo. Toda complicación surgida en este estrato se refiere a problemas que tienen que ver con el colectivo de la época.
El individuo, en el seno de su existencia y dentro del marco de su estructura psíquica propia, habrá de dar respuesta a los problemas que aquejan al resto de sus coetáneos, problemas que la humanidad siempre ha tenido que afrontar.
A este nivel, aparecen en el individuo imágenes fantásticas producidas por lo inconsciente, que bien pueden manifestarse en sueños, bien en visiones estáticas. Visiones o imágenes que se corresponden con la unión mística del sabio, la unión de los opuestos alquimistas o los mandalas representativos del orden o totalidad. Todos ellos son representaciones de la psique inconsciente, que actúan canalizando la libido por una dirección que es, a partir de entonces, la única válida para una vida conformada a lo que es "voluntad de Dios".
Hoy se está percibiendo el problema de los opuestos desde un ángulo religioso. No ha de resultar extraña, por tanto, la proliferación de bibliografía mística y el interés por esa materia. Tampoco lo es que en los sueños de algunos hombres y mujeres contemporáneos, sensibles a los problemas de la época, encontremos distintas versiones de un motivo religioso: la unión del alma con Dios.