Las Siete Puertas De La Inteligencia


Más allá del tiempo y del espacio donde se manifestó en la forma masónico-teúrgica que Martines de Pasqually le dio, la Orden de los Élus Cohen se presenta, en primer lugar, como una realidad espiritual.

"Acuérdate Señor -dice una de las oraciones cotidianas de la Orden- de esta sociedad que has formado y poseído desde el principio"11. El propósito no deja de s1er clásico, y esta sociedad nos recuerda a la Alta y Santa Orden del Rito Escocés Rectificado 2, la Sociedad de los independientes de El Cocodrilo de Saint-Martin, la Iglesia Interior querida por Lopoukhine y Eckhartshausen, así como la eterna cofradía de los auténticos rosacruces.
En esta Orden única hay un solo fundador, el mismo Señor, quien colocó -lo emancipó después de haberlo emanado, según explica Martines- a Adán en el centro del universo donde manifestaba la acción y el poder del Eterno en el mundo temporal. "¿Cuál es -pregunta aún un catecismo- el origen de la Orden que profesamos?". Respuesta: "El origen viene de1l3Creador y comienza desde el primer tiempo bajo Adán y desde entonces hasta nuestros días" .
Martines explica y describe la misión de Adán: después de la caída de los ángeles rebeldes y operada la creación para dar asilo a los demonios privados de la corte divina, hacía falta un ser puro capaz de velar por el universo y servir de carcelero y educador a los espíritus perversos. Sin embargo, después de tener el poder de mando sobre los principales agentes encargados del gobierno temporal, a raíz de su prevaricación, ha sido obligado a recorrer los cielos para venir a arrastrarse sobre esta tierra, provisto de un cuerpo de carne a imagen de su propia creación. Así, después de la caída, el hombre ha abandonado el centro donde el Eterno le había colocado, desde donde reinaba sobre los siete planetas.
Portando las marcas de su crimen, el primer hombre:

"tuvo sobre su cuerpo carnal las siete manchas de los siete principales agentes que empleó para consumar su prevaricación. Estas siete manchas son las que tienen al hombre sujeto a las siete clases de enfermedades y siete clases de pecados, y el hombre no puede esperar su entera reconciliación sino cuando se borren por completo estas manchas. Estos son los siete sellos del Apocalipsis. El trabajo de las generaciones que precedieron al Cristo será más largo y más penoso para la entera expurgación de estas siete manchas de lo que será entre las generaciones que hayan vivido bajo la nueva Ley; porque el bautismo tiene por objeto rebajar la malignidad y después, también las operaciones de Cristo han acabado de romper estas siete ataduras, según nos instruye San Juan"14.
La lección es del mismo Saint-Martin.

11 "Las oraciones de los Élus Cohen", Renaissance Traditionnelle, julio 1981, p. 224.
Ver el estudio de Robert Amadou, "De la Orden. Presentación del Régimen Escocés Rectificado", introducción a Steel-
12 Maret, Archivos secretos de la franc-masonería, Ginebra-París, Slatkine, 1985, pp. VI -XVII.

13 "Catecismo de aprendiz Élu Cohen", ap. Papus, Martines de Pasqually, su vida, sus prácticas mágicas, su obra, SUS d4iscípulos, nueva ed., Paris, Déméter, 1986, pp. 225-226. 1 Louis-Claude de Saint-Martin, "Instrucción sobre la sabiduría y a continuación instrucción sobre otro plano", publicado por
Robert Amadou en Presencia de Louis-Claude de Saint-Martín, Tours, Sociedad "ligérienne de philosophie", 1986, p. 70. Hemos modernizado la ortografía.


Tanto antes como después de la venida del Reparador, no hay otro camino para el hombre:

"Es preciso hoy pues, para volver a este centro del que ha caído, que remonte por el mismo camino y pague a cada uno de sus principales agentes el tributo de expiación y justicia que se impuso para recuperar los siete dones espirituales que poseía en la plenitud [...]. Su trabajo
aquí abajo es purgarse con gran cuidado de los siete vicios o pecados 1c5apitales, opuestos a las
siete virtudes que pueden solas procurarle los siete dones del espíritu" .
Con Jean-Baptiste Willermoz detallemos ahora la obra, que no es nada menos que la Gran Obra:

"[...] Como el hombre está expuesto a pecar espiritual y corporalmente, está pues sujeto a una expiación espiritual y a una purificación corporal. Una y otra deben estar tan unidas como las dos naturalezas por las cuales peca".
"El orgullo es el crimen del espíritu, es pues con la humildad más profunda ante el Creador
como hay que combatirlo; los sentidos nos hacen la guerra, pues hay que mortificarlos".
"Humillarse, velar sobre uno mismo y rezar son, pues, los deberes principales de todos los
miembros de la Orden".
"Las oración debe ser oral, debe ser la expresión de la facultad de la palabra que hace al
hombre a semejanza divina. Debe ser precedida por un examen de su conducta, de una

confesión de sus falt1as, de la exposición de sus deseos y acompañada por una petición de los
auxilios necesarios" 6.
La Orden Cohen, decíamos, es una escuela de oración y de virtud. He aquí por qué las
grandes operaciones comienzan, antes de la letanía de los santos, por los siete salmos de la
penitencia. Concluyamos con Saint-Martin:


"Los trabajos que seguimos no tienen otro objeto. Nuestras siete clases, o nuestros s7iete

grados, deben abrirnos, cada uno, uno de los siete sellos o siete puertas de18la inteligencia"1 . Y
"cada una de las clases de la Orden ofrece una imagen de esta expiación" .
He aquí cómo, según Willermoz, además:

"La Orden forma sobre esta superficie una circunferencia particular que es el receptáculo de
las acciones espirituales celestes, en la cual están admitidos todos los hombres que deseen sinceramente entrar, de la que cada individuo forma un punto y el espíritu divino es el centro".
"La acción del espíritu, siendo universal, sin límites de tiempo ni espacio, se manifiesta sobre todos los puntos individuales de la circunferencia, en longitud y en latitud, por tantos rayos como puntos individuales haya en la circunferencia".
"Esta circunferencia, siendo puramente intelectual, su división lo es también. Debe ser

relativa a los dones y virtudes del espírit9u y a su número septenario, lo cual establece las siete
clases o los siete grados de la Orden..."1

15 Lecciones de Lyón..., op. cit., 103. Id .
16 Instrucción sobre la sabiduría, op. cit., p. 70. Lecciones de Lyón..., op. cit., 103. Id
17 Distingamos en el juego de los espejos: la circunferencia espiritual que constituye la Orden Cohen en su realidad más esencial no es ella misma más que un reflejo de una realidad más alta. En efecto: "Sabemos que todo en la naturaleza elemental es figura y repetición de las cosas de un orden superior. Estamos fundados pues en considerar esta circunferencia formada por los miembros de la Orden como una imagen de la circunferencia espiritual formada por los siete agentes
19

18 principales20planetarios encargados por el Eterno Creador de dirigir y defender la creación
universal" . además,

"El número siete es el número de los espíritus sujetos a actuar en lo temporal sobre las formas
y con una forma para hacer su acción sensible. 7 es el número de perfección1 de la creación
efectuada por la bendición que el Creador dio, o por su 7ª y última operación"2 .
En conclusión, no nos privemos de la lección general del maestro común de Saint-
Martin y Willermoz:

"Esta conjunción de los siete principales espíritus nos la indica la operación de los siete planetas que operan para la modificación, la temperatura y el mantenimiento de la acción del universo. Las Santas Escrituras aún nos lo enseñan con los 7 ángeles, los 7 arcángeles, los 7 serafines, los 7 querubines, los 7 Lugares espirituales, los 7 Tronos, las 7 Dominaciones, los 7 Poderes, los 7 jueces de Israel, los 7 principales jefes que estaban bajo Moisés, uno Aarón, los cuatro hijos de Aarón y Bethzaleel, los 70 años de cautividad de Israel, las 7 semanas de Daniel, los 7 días de la semana temporal, los 7 dones que Cristo ofreció a sus discípulos, de los que salieron los 7 primeros padres de la Iglesia cristiana que ejecutaron las siete órdenes espirituales entre sus discípulos, el candelabro con siete brazos de Moisés, el de 7 brazos que se puso en el templo de Salomón y está aún representado en la iglesia de San Pedro de Roma. Finalmente el universo, habiendo sido concebido en su entera perfección por el número

septenario, s2e2rá también reintegrado con este mismo número en la imaginación de aquel que lo concibió" .
Por lo tanto, siete son las clases o los sellos de los Élus Cohen. Como suele hacerlo a menudo, Martines encuentra en la historia santa la ilustración maravillosa de la teoría que desarrolla. El mismo monte Sinaí, dijo, ofrece una imagen de la Orden, ya que este:

"estaba dividido en siete partes, imágenes de los siete cielos, y su cumbre, imagen del supraceleste, y presentaba también otra división ternaria: la parte baja donde estaba el campo, círculo sensible; el medio donde se detuvo Josué, círculo visual; y en lo alto donde subió

Moisés, círculo racional, dominado por el3 supraceleste con el que comunicaba, así como lo había hecho Adán en su estado de gloria"2 .
Pero, a la pregunta de saber en cuántas clases se debe dividir la Orden de los Élus Cohen, un catecismo responde:

20 Id .
21 Lecciones de Lyón, op. cit., 99.
22 Tratado sobre la reintegración, 156. Lecciones de Lyón, op. cit., 103.


"En seis clases, así como el Gran Arquitecto empleó seis días en la construcción del templo
universal. Del mismo modo, la Orden de los Élus Cohen se divide en seis partes difere2ntes,
para adquirir las diferentes ciencias misteriosas que están encerradas en estas seis clases" 4.

Para quien conozca la aritmosofía martinesista, la contradicción es sólo aparente. Porque
del mismo modo como los seis días de la creación fueron coronados por el séptimo, las seis primeras clases de la Orden están coronadas por la séptima; en eso consiste el último grado de Réau-Croix, del que, resumiendo, solo son la preparación. O también se considerará que los grados simbólicos mismos son sólo preparatorios al verdadero trabajo, por lo tanto no constituyen una verdadera clase, o más aún, el grado bisagra de maestro elegido será en este caso integrado en la clase precedente o en la siguiente. Por último, geométricamente las siete clases están "representadas por los seis círculos o divisiones interiores"25 de algunos trazados operatorios. Otro símbolo más: la estrella de seis puntas que encierra las siete circunferencias en el sello de la Orden, es ella misma una expresión del septenario que marca el centro y donde habría que colocar al Réau-Croix.
Por la gracia de Dios, en la historia del género humano, de la que el Tratado sobre la reintegración distingue las principales etapas, la Orden esencial cuya forma septenaria se entiende en adelante, se perpetúa aquí abajo, porque el Gran Arquitecto "suscitó por su Espíritu unos sujetos propios y convenientes" para manifestarla a los hombres. El número de
manifestaciones del Gran Elegido:


"Desde Adán hasta N6oé; de Noé a Melquisedec, a Abraham, a Moisés, a Salomón, a Zorobabel y el Cristo"2 .
En otra parte, tanto en el Tratado como en las instrucciones Cohen, se encuentran
todavía más elegidos que son otros tantos relevos humanos en la sucesión espiritual de la que se reclama Martines.
Esta filiación no es, en sentido estricto, la de los sacerdotes del templo de Salomón que son los cohanim de la Antigua Alianza, en la línea de Aarón, hermano de Moisés. Pero los Élus Cohen modernos son, de alguna forma, unos neo-cohanim, que una unción misteriosa relaciona espiritualmente con esta línea sacerdotal y habilita para la práctica del "culto primitivo".
El mismo Templo de Salomón no es sino un avatar, entre otros, del Templo esencial y eterno. Puesto que ha habido -¿qué hay de sorprendente en ello?- siete templos temporales
construidos sobre la superficie de la tierra, ubicados:

"El primero en el oriente, por el Gran Arquitecto del Universo, Hely y Adán; el segundo por Caín, hacia el sur; el tercero por Enoch, hacia el norte; el cuarto por Noé, sobre las aguas; el

quinto por Abraham, entre el este y7el oeste; el sexto por Moisés, en la tierra prometida; el
séptimo por Salomón, en Jerusalén"2 .

24 Catecismo de los filósofos Élus Cohen del Universo, op. cit., p. 16. Lecciones de Lyón, op. cit., 103.
"Catecismo de aprendiz de Élu Cohen", ap. Papus, Martines de Pasqually..., op. cit., p. 226.
Explicación secreta del catecismo de aprendiz, compañero y maestro Cohen, Instituto Eleazar, s. d., p. 29.
25 En otra parte, Martines distingue aún los siguientes templos cuya lista coincide sólo parcialmente con la precedente: Adán, Enoch, Melquisedec, Moisés, Salomón, Zorobabel y el de Cristo, siempre actual28.
Naturalmente,

"Todos los templos espirituales fueron fundados sobre 7 columnas, que son alegóricas a los 7 dones del espíritu concedidos al hombre en su principio y cuya facultad de acción no se puede desarrollar en él sino por la unión y la correspondencia directa con su cuaternario de emanación divina"29.
Estas columnas simbolizan ellas mismas a los siete jefes principales que trazaban, en sus
diferentes clases, los diferentes planos destinados a los obreros encargados de la construcción
del templo del Eterno. Ellas
26 "estaban representadas en el templo de Salomón por el candelabro de 7 brazos que llevaba 7
27 estrellas o lámparas30encendidas y representaban a los 7 planetas que son las 7 columnas de la creación universal"
Ya que el 7 está también destinado al mantenimiento de las formas, el templo Cohen, la
Orden Cohen en 7 clases, descansan en ellas mismas sobre siete columnas que son, bajo nuestros cielos, sus Grandes Soberanos. ¿Acaso hace falta creer en Martines? Él no habría sido en su tiempo sino uno de los siete Soberanos de la Orden. Una instrucción secreta precisa aún que hay "siete je3f2es universales de la Orden"31 que son los "siete jefes de las cuatro regiones universales" . Pues la función del Gran Soberano no sabría reducirse a su
aspecto administrativo, puesto que ésta, como lo anota Saint-Martin, muy joven Cohen aún, en su carnet: "es la expresión del cuaternario en la longitud y la latitud"33. Si los Élus Cohen, y específicamente los Réau-Croix, por su ordenación, están habilitados a obrar en las tres regi3o4nes universales, la cuarta, en cambio, es "dada sólo a los siete jefes universales de la rden" .
Última realidad en aplicación aquí abajo de la ley de correspondencias universales: estos siete jefes ¿no dependen ellos mismos de un misterioso jefe superior al que Martines mismo se refiere con prudencia en una carta a Willermoz? Todo es espejo: "el35octonario dirige al septenario, el septenario dirige y gobierna la obra de creación senaria" . Hay siete agentes principales, cuyo jefe es octonario. Así se explica en la simbología Cohen la visión del Apocalipsis donde solo el Cordero abre el libro de los siete sellos del cual él es el guardián.

28 Id., p. 23.
29 Lecciones de Lyón, op. cit., 4. Lecciones de Lyón, op. cit., 4
30 Instrucción secreta..., Paris, Cariscript, 1988, p. 25. Id., p. 26.
31 Louis-Claude de Saint-Martin, "El libro rojo. Carnet de un joven Élu Cohen", publicado por Robert Amadou, Atlantis, nº3430, enero-febrero 1984, nº 620
32 Instrucción secreta..., op. cit., p. 25.
33 Lecciones de Lyón, op. cit., 4.


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